La democracia en Colombia está incuestionablemente bajo ataque. La tensión entre las ramas del poder público no es nueva en Colombia, pero siempre primó el respeto y la civilidad. Lo que estamos viviendo ahora por cuenta del presidente Petro es inédito en nuestra historia reciente, ya que no habíamos visto que un presidente pretenda que las otras dos ramas del poder público se le dobleguen.
El intento de acabar con la democracia va mucho más lejos, ya que pretende con amenazas amordazar a los medios que no le son afines, acusándolos de mentirosos y a la vez intimidándolos azuzando a sus huestes contra ellos.
Democracia no es solo ganar elecciones. Es también la igualdad entre las ramas del poder público y el control que se hacen mutuamente para evitar la concentración de poder en una persona. La democracia no puede existir sin unos medios libres, así al presidente le parezca que son mentirosos. Claman por una prensa objetiva e imparcial cuando en realidad lo que quieren es el poder de censura. ¿Es que acaso Petro y su gallada son los que van a decidir lo que es veraz e imparcial? ¿Dónde estaba esta recién encontrada pulcritud cuando Guanumen con sus mentiras destruía a los adversarios de Petro en la pasada campaña?
Esos que hoy acusan de fascistas o nazis a los que no comparten la agenda de Petro, incluido el mismo Petro, son los que se comportan como fascistas o nazis. Petro recurre a la intimidación para doblegar tanto al congreso como a la prensa al estilo Mussolini o Hitler. La pregunta es si a este paso llegará una noche de los cristales rotos.
En la marcha del 7 de junio, envalentonado por una multitud que lo aclamaba en la plaza, que según estimativos de la política no eran más de veinte mil personas, se atrevió a demandar del congreso la aprobación de sus propuestas de reformas o ser castigados por el pueblo. ¿Realmente cree Petro que veinte mil sindicalizados van a imponerle al congreso y al país la agenda solo porque él cree que eso es todo el pueblo?
La realidad es que el congreso tiene mayor y mejor representatividad del pueblo que el presidente. Los congresistas representan la pluralidad política vigente en el país, así como la pluralidad disímil de intereses regionales. El gobierno puede presentar sus propuestas, pero es al congreso al que le corresponde decidir si estas son convenientes o adecuadas, y debería poder hacer este ejercicio sin amenazas y con total libertad; esta última incluye sin comprar congresistas. El presidente tiene su bancada en el congreso para defender sus propuestas y numéricamente representan su verdadera fuerza política. Hoy no son mayoría y están obligados a la negociación y a la concertación.
Es responsabilidad del congreso debatir con responsabilidad todas las iniciativas y sacar avante aquellas que el consenso mayoritario determine necesarias para el país. Y no solo es debatir sino también escuchar y hacer oír las voces que los eligieron y voces de expertos en los distintos temas. Por ejemplo, más de cien expertos solicitaron que se archive la propuesta de reforma a la salud del gobierno por nociva. Ojalá que en esta nueva coyuntura política, el congreso cumpla a cabalidad su deber con los colombianos y con la democracia.
Con respecto a los medios, a las cortes y a los entes de control, hay que exigirle al presidente que respete la independencia de estos y que cese inmediatamente la estigmatización cada vez que aparece algo que no le gusta.
Por ahí dicen que el que las hace se las imagina, y tanta mención del supuesto golpe blando -que no ha sido cosa distinta a denuncias de corrupción al interior del gobierno- nos hace pensar que es Petro quien realmente está pensando en darlo.