Más que una madre…

Columnas de Opinión
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Escrito por:

María Vélez Rojas

María Vélez Rojas

Columna: Opinión

e-mail: mariavelezrojas95@gmail.com


Soy curiosa con toda lectura respecto al rol de la mujer en la sociedad y lo influenciable que puede ser en relación con nosotras mismas.

Ha sido una tarea más que necesaria, personal. Incluso, en colectividad, hemos trabajado por hacer resonar una reflexión traída de conceptos marcados por la historia en todo lo que compete temas de igualdad, colocando como eje principal a la mujer, evidenciando así, avances en derechos humanos.

De cada mujer se desprenden diversos roles. Uno de los más conocidos y que sin duda, no solo genera disputas sociales, legales sino también internas respecto a su naturaleza ambivalente y transformadora, es el de ser madres.

Si bien hemos avanzado, también nos falta mucho por perfeccionar en políticas que versan sobre ellas relativas a temas como: la responsabilidad de levantar una familia, la atención a los hijo/as por parte del Estado con madres presidarias, medidas para evitar la violencia gineco-obstétrica, entre otras.

Típicamente, se limitaba a la mujer dentro de sus diversas pero desconocidas capacidades, a solo una: parir. Haciendo la cultura de ella un sujeto pasivo, donde poco importaban los interrogantes sobre su verdadera voluntad de ser madre, y más bien, contemplándolo como una imposición donde su psique se encontraba prisionera de cualquier otro tipo de interpretación sobre su autoconcepto como mujer y a la vez, su cuerpo, víctima de aquellas leyes que aún, en muchos países siguen restringiendo el acceso seguro y gratuito al aborto legal. Esto, limitó a la maternidad cómo el único fin sagrado respecto a su configuración femenina en la sociedad y peor aún, en su más íntimo universo, perpetuando así, el rol reproductivo.

Todo conlleva a encontrarnos en la obligación de priorizar más acerca de las decisiones individuales, haciendo de ese ‘pequeño universo’, uno más amplio gracias al conocimiento efectuado por nuestro cuestionamiento. Hoy en día, son muchas más las madres consientes, que priorizan su salud física y mental por encima de cualquier errada imposición social. Es una fortuna que actualmente, contemos con conceptos como la ‘maternidad deseada’, donde no solo avanzamos nosotras, sino que, a su vez, todos como colectividad humanizada y solidaria.

Muy alejada de la experiencia de ser madre, pero cercana a percibir la grandeza de tomar la decisión todos los días serlo (tengo una madre increíble), rescato, la genuina labor que tienen estos seres humanos de venerar su maternidad reflejando un compromiso lleno de amor. Amor, que a menudo implica un desbalance de emociones propios de la naturaleza de la relación madre e hijo/a, pues… la maternidad más allá de romantizarla, es una labor de admirar.

Empatizar en que antes de ser madres, son humanos, nos hace cambiar la percepción de muchos de los tratos que no solo como sociedad, sino como hijo/as les hemos dado. Lo que ellas quisieran hacer por nosotros, muchas veces se encuentra muy alejado de lo que realmente pueden hacer. Y es normal. Es natural. El amor de una verdadera madre es tan infinito, que, si estuviera a su alcance, harían lo imposible porque nada malo nos pasara, abrazarían nuestro corazón cuando llegara el tan angustiante dolor.

Les da impotencia, hasta el punto que también se les olvida que antes de hijo/as, somos esos seres humanos expuestos a un mundo lleno de riesgos crónicos, sin embargo, recuerdan que, para crecer, debemos atravesar esos inevitables caminos; aunque sea en cuclillas, pero afortunadamente, siempre acompañados de su cálida voz maternal llena de experiencia que nos dice ‘todo estará bien’.