De demora en demora

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Joaquín Ceballos Angarita

Joaquín Ceballos Angarita

Columna: Opinión 

E-mail: j230540@outlook.com


Aplazamiento tras aplazamiento es la mala fortuna que por hechizo inescrutable persigue con recurrencia pertinaz e indefinida al proyecto para la construcción de la tan ansiada como necesaria doble calzada entre Ciénaga y el puente sobre el río Magdalena. 

Con inocultable emoción recibimos la noticia muy publicitada de la firma del contrato para la construcción de los viaductos en los kilómetros 19, 28 y 59 en la carpeta asfáltica de la vía mencionada; emoción que creció cuando pudimos constatar de visu la instalación de carpas, máquinas y el aviso que anuncia el inicio de las obras. Pensamos que, al fin, se convertiría en realidad la ejecución del indispensable trayecto vial y que, en el plazo contractualmente estipulado, el nuevo segmento elevado sería puesto al servicio de la comunidad. Me aventuro a creer que esa ilusión individual hallaba acogida en el deseo colectivo, por tratarse de un anhelo natural en el sentimiento de toda agrupación de seres humanos con ansia de bienestar y de prosperidad social y económica. 

Infortunadamente, la justa ilusión se desvanece una vez más. Las versiones que trascienden por divulgación de medios de comunicación echan por tierra la halagadora esperanza. No se empezará la construcción de los tramos de viaductos en los kilómetros 19, 28 y 59, de la calzada vial que conecta a Ciénaga con Palermo y Barranquilla, cuya construcción fue contratada en el gobierno anterior por valor de $657.000.000.000, con financiación garantizada. Se dijo, en el momento de la firma de la contratación de las obras, que estas se iniciarían en septiembre de 2022. Y que la construcción de los tres viaductos era apenas la fase inicial de la ejecución de la doble calzada.

Ahora se anuncia que en el 2023 no se dará al servicio el sector de cuatro kilómetros llamado desvío de Ciénaga, porque faltan más de doscientos mil millones de pesos para terminar el segmento en doble calzada. Y, como si esto fuera poco, no se comenzará la construcción de los tres viaductos antes mencionados, pues se requiere autorización de la ANLA, agencia que debe efectuar los estudios sobre impacto ambiental, estudios que concluirán con la emisión del resultado que se conocerá en el mes de septiembre de 2023. Esto significa, en argot llano, que tampoco en el 2023 se iniciará la construcción de los viaductos. Mientras tanto, avanza la erosión costera; el ímpetu de las olas marinas erosiona la carretera; esta queda expuesta a colapsar, a partirse; el tráfico terrestre se verá perturbado; importante porción de la Costa Caribe en estado de incomunicación por esa vía, y la economía regional y del país sufrirá grave detrimento aforado en sumas superiores a los $13.000.000.000 por semana. 

Agrada mucho la noticia de que en el 2023 se inaugurarán en Colombia cinco vías 4G. Son hechos positivos que deben causar satisfacción. Son realizaciones que insuflan optimismo en los connacionales que a diario nos desanima ver y escuchar el desmoronamiento moral de principios y valores y la ruina material de grandes porciones de la Patria. Pero decae el ánimo cuando la realidad desnuda nos muestra que ninguna de esas obras se encuentra en territorio de la Costa Caribe. Distantes estamos de la envidia ruin. En hora buena la bienandanza nacional. Lo que irrita es que los viaductos y la calzada que falta en la vía Ciénaga Barranquilla sea sometida a aplazamientos sucesivos. Unas veces porque no hay dinero. Otras porque ANLA tiene que efectuar estudios en tiempo dilatado sobre impacto al medio ambiente. Es incuestionable que hay que preservar el ecosistema y no incurrir en los errores cometidos cuando fue construida la carretera hace 67 años. Pero la vía se necesita urgentemente y hay que exigir su construcción.



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