Cuando fue reintegrado a su cargo el ex alcalde Rafael Martínez quiso sacarse la espina con algunos colaboradores y los sometió a la picota pública utilizando la óptica de una rendición pública de cuentas. Recuerdo que, en ese lamentable espectáculo, el susodicho afirmó sin sonrojarse, que si a él le llegaba un contrato a su escritorio que había pasado todos los filtros, él lo firmaba.
En alguna intervención, la doctora Castañeda comentó que el problema era que se carecía de un equipo idóneo, de filtros idóneos, para hacer una valoración jurídica adecuada. El susodicho como el mico que sabe en qué palo trepa, no se atrevió a pasar al tablero a la doctora Castañeda. Esto para resaltar dos cosas importantes. La primera, la incompetencia institucional para que los contratos se ajusten a las normas de contratación pública. La segunda, creo que esta falencia es intencional para permitir la corrupción y después hacerse los pendejos con el cuento de que “pasó todos los filtros”. Así actúan los bandidos, ignorando la responsabilidad que les cabe porque en últimas es su equipo, y han debido asegurarse de la idoneidad. Culpa in eligendo.
El tema quizás quedaría en una simple discusión jurídica donde se pudiera llegar a la conclusión de que se equivocó, pero no robó. Irresponsable pero no ladrón. Esto se complica cuando es hecho notorio, figura legal, que personas que llegaron con una mano adelante y otra atrás, después de su paso por la institución se dan un estilo de vida de multimillonarios. Si en Colombia existiera la justicia, se llamaría a estos personajes a que explicaran el origen de sus bienes bajo la imputación de enriquecimiento ilícito.
El régimen de contratación pública es complejo y por lo tanto no se debe permitir la debilidad institucional, ya que se corre el peligro de violarlo. Vamos a lo concreto ahora. En días recientes el actual gobernador Carlos Caicedo fue imputado por tres delitos. Obviamente, como ya nos han acostumbrado, el movimiento Fuerza Ciudadana intentó utilizar la movilización social como medio de presión a la justicia buscando la absolución del hoy imputado con el cuento manido de que es una persecución política. Cínicamente, ubicaron al gobernador en las obras para mostrar que estas si existen y funcionan.
Oigo de distintas fuentes que las obras o no están terminadas o tienen defectos y cosas por el estilo. Para los que apoyan al gobernador, incluyendo a la alcaldesa de Santa Marta, hay que dejarles saber que el que las obras estén terminadas, otorgando el beneficio de la duda, no excluye violaciones graves o menores de las normas de contratación pública. También hay que decir que el gobernador está amparado por la presunción de inocencia y la fiscalía tiene la carga de la prueba. Hay que dejar obrar a la justicia, creer en que la verdad prevalecerá y cesar inmediatamente todos los actos de presión indebida a la justicia.
Los líderes de verdad, y Caicedo tiene ínfulas de ser uno, aceptan la adversidad política y judicial como costos que están deseosos de pagar. Reza un adagio que el nada debe nada teme, y más si se cree en un proyecto político que trasciende los personalismos. Pensemos en Mandela, y aquí cerquita, Judith Pinedo Flórez, la Mariamulata, quien fue absuelta y dejada en libertad. Pagó callada y estoicamente dos años de prisión. ¿Por qué? Porque sabía que era inocente, además es abogada, y de las buenas. No hubo shows, ni lloratones, ni marchas ni desmanes ni nada por el estilo. Hoy, que ha triunfado la justicia y la Mariamulata es libre, su proyecto político sale enormemente fortalecido y puede continuar trabajando para llevarlo a su conclusión. Los inocentes se comportan como Mandela y como la Mariamulata.
Ustedes hagan las comparaciones.