Nuestra pésima educación

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Un problema crítico de la educación colombiana es la reducción o eliminación de algunas materias que son fundamentales para funcionar como una sociedad civilizada. Por ejemplo, deberían ser obligatoria desde el primero hasta el último año, la educación cívica, filosofía, pensamiento crítico, democracia, política, derechos fundamentales, historia o comprensión de lectura. No pueden ser materias accesorias sino los principales pilares de la educación; formar es lo primordial.

El egoísmo caracteriza a los sistemas educativos donde el neoliberalismo enfatiza en la competitividad destructiva; en Japón la sociedad está por encima del individuo y se enfatiza en el trabajo en equipo. No sé si la frase es suya: le escuché al conferencista colombo-japonés Kenji Yokoi Díaz en alguna de sus simpáticas disertaciones una frase que lo resume todo: “Un colombiano es más inteligente que un japonés, pero dos japoneses son más inteligentes que cien colombianos”. Los japoneses son más disciplinados que inteligentes, dice, mientras que el colombiano es muy inteligente, pero carece de disciplina. Japón es un país sin mayores recursos que sabe valorar a su gente y con ella produce riqueza, pero Colombia es país muy rico con mentalidad de pobreza que no aprecia a los ciudadanos y sus posibilidades.

En Japón enfocan sus esfuerzos en la diligencia, la autocrítica y los hábitos de estudio, en la enseñanza de valores éticos y morales, actitudes y el desarrollo del carácter ¿De qué sirve un científico eminente si es una pésima persona y mal ciudadano? En Colombia, la cobertura en educación pública, al igual que la de salud, es casi completa, pero de calidad deplorable, igual que el sistema sanitario, según lo demuestran los indicadores; el sector privado saca la cara en ambos casos, y esto obliga a una profunda reflexión.

Por ejemplo, es cada vez más frecuente el irrespeto, en ocasiones agresivo, patán y desobligante de mucha gente joven hacia las personas mayores. Y no es solamente en el trato hacia los ancianos; es en el comportamiento social en general. Si usted acude a un centro comercial observará que los parqueaderos especiales para la tercera edad, personas con limitación de movimientos o en condiciones especiales están ocupados por autos deportivos que no son propiamente los vehículos que utilizan esas personas; si tiene “la fortuna” de observar el momento de su estacionamiento, ni reclame: pueden agredirle verbal y físicamente. Más grave aún: si usted solicita un parqueo especial, los responsables de los estacionamientos ni se inmutan. Si usted pone la queja en las oficinas de servicio al cliente en busca de soluciones efectivas, es mejor que se olvide de ellas. Parece ser que esas personas especiales estorban en los centros comerciales a las compras que hacen los patanes quienes posiblemente les dejan más dinero en menos tiempo. “Plata es plata”, dicen por ahí, frase que refleja insensibilidad social y egoísmo.

Me dirán que esto es un asunto del hogar y no del centro educativo; es responsabilidad de ambas partes, claramente. Hay allí un cortocircuito; si los padres se formaron con educación deficiente en casa y en los centro educativos, no son los mejores conductos para educar a un niño; si los profesores también son producto de una sociedad egoísta y sin plena formación en valores, víctimas de un sistema educativo orientado a formar “Premios Nobel”, voilà; para el educando no existirá la obligación de respetar las mínimas normas de comportamiento hacia sus compañeros de trabajo, su familia o la sociedad en general; menos aún, obediencia a las leyes vigentes. “Mijito, haga plata honradamente, pero si no puede, haga plata”, una máxima que parece la triste guía de nuestra actual sociedad.

¿Debemos ser una copia de Japón? No lo creo; pero sí debemos surgir como nación solidaria, generar un sistema educativo basado en principios y valores, en la formación de ciudadanos de bien durante la primaria y la secundaria, que la formación profesional vendrá con los estudios superiores. Y, como dice Kenji Yokoi, debemos abandonar la mentalidad de pobreza y todo lo que trae consigo.