Querer la paz total

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Escrito por:

Eduardo Verano de la Rosa

Eduardo Verano de la Rosa

Columna: Opinión

e-mail: veranodelarosa@hotmail.com



La paz es un infinito objetivo de toda sociedad civilizada. La paz debe ser enfocada desde distintas perspectivas porque la paz es tan rica en matices que no puede ser reducida a una sola dimensión. Pero es unánime el criterio que sin paz una sociedad no podrá alcanzar a ser civilizada, porque la realidad de una sociedad civilizada se identifica con vivir en paz. Esto nos conduce a que la paz tiene que ser total. El Estado de Derecho y toda democracia tienen que construir la paz para la seguridad, el orden y la vida en el reino de los derechos humanos.


Construir la paz total no es fácil. Más difícil es construir la paz en una sociedad como la colombiana que ha vivido con un prologando conflicto armado en el que el tejido social ha sido destruido y se ha desgarrado el espíritu nacional. Heridas tan profundas en la sociedad por el prolongado conflicto armado dificultan la construcción de la paz en un solo periodo presidencial, pero, en un periodo de gobierno nacional si se pueden encadenar eventos que hagan posible la construcción de la paz total. Se puede lograr.


Y si logramos construir las condiciones que hagan posible consolidar la paz que conduzca a una sociedad civilizada, será un paso firme. No se parte de cero, se tiene una larga experiencia en negociaciones políticas que desmovilicen grupos rebeldes y reintegren sus miembros a la sociedad, con muchas dificultades, y muchos han sido asesinados por acciones de grupos violentos y el Estado no les ha brindado la protección que merecían.


No se parte de cero. ¿En qué hemos fallado? En muchas cosas, una de ellas es que ha faltado identificar que es construir la paz que debe estar guiada por reconstruir el espíritu nacional con políticas de reconciliación y perdón, sin los afanes de castigar penalmente en forma proporcional a los responsables de la carnicería y horror de nuestro conflicto. Sin perdón y reconciliación y sin arrepentimiento y clemencia no habrá paz. Clemencia, por favor.


La renuncia a la justicia como castigo es una alternativa. Pero la paz es más que castigo. ¿Qué significa querer la paz? Esta pregunta en 1964 la escribió el filósofo español Elías Díaz para esclarecer cómo superar la dictadura de Franco que sumió a España al exilio y muerte de gran parte de su intelectualidad. Es bueno anotar que la guerra en nuestro país ha sido peor. En este escrito Elías Díaz señalaba que querer la paz en primer lugar, “… significaba también querer otras cosas”. Es que querer la paz significa querer muchas otras cosas que clama la sociedad civil.


Querer la paz no puede solo significar desmovilizar a los grupos armados y reintegrarlos a la vida pública, es necesario que esto se logre, pero no puede reducirse querer la paz a este fin noble. “La paz tiene sus presupuestos y sus exigencias; no se puede coherentemente querer la paz sin querer también esas otras cosas que hacen posible la existencia de la paz. Por ello, quienes dicen querer la paz y, sin embargo, no aceptan sus presupuestos y sus exigencias son realmente incoherentes y por tanto, no debe hacérsele mucho caso”. Dice Elías Díaz y, agrega que, esa incoherencia muestra cierta ignorancia del cómo.


Que significa querer la paz y cómo lograr construirla, tiene que ser el gran tema de la deliberación pública y de un gran consenso. Muchos dicen querer la paz, pero en el fondo no la quieren porque querer la paz significa querer muchas otras cosas. Lo primero saber que nos condujo a esta infame carnicería con matanzas de setecientos mil personas, sesenta mil desaparecidos, siete millones de desplazados y saber qué hacer para que se superen las condiciones que nos trajeron a este desastre.



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