“…y pido al Destino que, si he de envejecer, pueda, ya anciano como Héctor, tomar en mi brazo la pujanza de Aquiles y escribir con mi pluma, como el troyano con su lanza, el verso de Virgilio: Pulchrum que mori sucurrit armis, ¡Como es bello morir con las armas en la mano ¡y, más, si esa arma es una pluma¡”. Conocer la majestuosa obra literaria del colombiano José María Vargas Vila ignorada por las nuevas generaciones-, es descubrir un cosmos de infinita belleza por el portento de su prosa, que se advierte entre adjetivos, metáforas, anáforas etc., lo que permite develar en parte, el periplo de su angustiosa, pero lucida y solitaria vida, como en “Saudades Tacitas”. (“…y la Muerte me hallara con los brazos cruzados sin hacer el gesto de defenderme de su abrazo; feliz de sus caricias; y, en una ardiente espera de sus besos”)
“Los Cesares de la Decadencia”, es sin duda, en nuestra opinión, la magna obra política, de su inagotable y singular intelecto, (“….(este libro)…hecho es para desafiar la colera muda de los amos y la sonora servilidad de los esclavos”.), en el que con su pluma prodigiosa desnuda sin artificios los regímenes, de la época conocida como la “Regeneración conservadora“, de Rafael Núñez, Holguín, Sanclemente, Ospina y abadía Méndez, en Colombia, entre otros, y los excesos despóticos de Estrada Cabrera en Guatemala, Porfirio Diaz en México y Marcos Pérez Jiménez, en Venezuela.
José Rafael Videla y su Junta Militar, Duvalier, Banzer, Stroessner, Pinochet o Velasco Alvarado, habrían huido despavoridos ante la arremetida dialéctica de sus escritos. Les hubiera resultado insoportable su propia pestilencia, denunciada por el eximio literato.
Ni siquiera Daniel Ortega de Nicaragua y su conyugue, con sus crímenes de odio, de persecución cruenta contra sus adversarios, y contra la libertad de credo y de pensamiento, pero además, con la terrible estela de muerte dejada a su paso en estos años, habría resistido la vergüenza de sus pecados cometidos contra la Humanidad, denunciados en el pasado por el inmortal escritor y hoy reeditados por el dictador centroamericano, con singular sevicia.
Sátrapas expulsados eternamente a las tinieblas exteriores de sus propios pueblos y de la Historia misma. ¡!.