Ganar es cuestión de método

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



No sé si al final de su mandato el presidente Santos será considerado un gran mandatario. Lo que sí sé, es que lo hecho hasta ahora, lo convierte desde ya en un gran estratega. Miremos por qué.

Generalmente las cosas y los hechos son susceptibles de ser interpretados desde distintas ópticas, y la reciente embestida del expresidente Uribe contra Santos puede ser analizada desde la óptica de la estrategia, o el juego del poder.

Santos y Uribe tienen dos estilos distintos de gobernar y de ser. Mientras Santos es un estratega, Uribe es un guerrero. El primero recurre a la astucia como su principal arma, mientras el segundo recurre a la fuerza.

Analizando el estilo del presidente Santos, uno pensaría que sería más propio llamarlo El ajedrecista que El jugador de póker. En una mente pragmática como la de Santos, el póker probablemente no ha sido más que un entrenamiento para adquirir la habilidad de que su cara nunca revele sus reales pensamientos, y para adquirir paciencia. Dos armas letales en estrategia.

Uribe y su impulsividad, lo vuelven presa fácil de alguien como Santos. Y no es que la fuerza no sea estratégica, claro que lo es. Pero debería ser solo una de las herramientas del repertorio. Entre otras cosas porque la fuerza solo es efectiva cuando reúne ciertas condiciones, y una vez que estas condiciones desaparecen, deja de funcionar. No es sostenible en el largo plazo.

En otras palabras, mientras Uribe era presidente, la fuerza le funcionaba, como expresidente, ya no. Es más, se convierte en un arma bastante molesta para los demás. Las órdenes de antes, hoy se han convertido en insoportables cantaletas de un megalómano expresidente que se resiste a pasar a la historia.

Como se dice vulgarmente, cuando uno tiene dinero y tiene ideas raras, es excéntrico. Pero, cuando uno no tiene dinero y tiene ideas extrañas, es loco.

En el mundo de la estrategia, lo que se ve, lo aparente, no es un buen indicador de cómo ni cuál será el final de la partida. El verdadero estratega es capaz de asumir pérdidas inmediatas, con tal de lograr ganancias en el largo plazo. En estrategia, sí que es cierto que las apariencias engañan.

Santos, jugó de sumiso ministro de Defensa de Uribe, y aguantó y esperó pacientemente, hasta que las circunstancias se dieran para ser Presidente. Sin ser el favorito de Uribe, llegó a ser Presidente con el apoyo de Uribe. A veces ser la única opción que queda, o última opción, es una posición mucho más envidiable que la de ser la primera opción.

Y ahora como Presidente, sabe que tiene que jugar bien el juego para que Uribe deje de ser una amenaza para su gobernabilidad.

Por su parte, la pobreza estratégica de Uribe, no le deja mucha maniobrabilidad. En estrategia no hay nada peor que ser predecible, y Uribe lo es en grado sumo.

Y para desgracia de Uribe, hoy él es el único ex Presidente de verdad verdad en Colombia, y los políticos no van a ser tan pendejos de hacerle la patuleca a Santos para favorecerlo. Los políticos bien saben que a Santos podrían quedarle por lo menos seis años de poder y burocracia, mientras que Uribe, es historia. El pragmatismo de los políticos, favorece a Santos enormemente.

Uribe por su pobreza estratégica es una persona que es fácil neutralizar. Así lo entendió Chávez, que jugó con él como gato con ratón. Santos, siendo el gran estratega que es, le está apostando al largo plazo, y pacientemente está esperando el momento ideal.

Por el momento, y solo por el momento, Santos entiende que con Chávez hay que tragarse unos cuantos sapos. Uribe era, y aún es, incapaz de tragar sapos, a menos que sean los propios.

No tengo dudas, que Santos probablemente sabe que es cierto todo lo dicho por Uribe con respecto a Chávez, máxime cuando fue su Ministro de Defensa, y ni que decir ahora como Presidente. Sin embargo, Santos sabe que el camino no es la confrontación ni las acusaciones sino el camino indirecto. Más largo, pero más efectivo y seguro.

El pragmatismo estratégico de Santos, le traerá grandes réditos a Colombia, y claro que a él también. A algunas personas, este pragmatismo les incomoda y les genera repulsión pero esto es lo que el país necesita en este periodo de transición y consolidación.