El Fenómeno Rodolfo Hernández

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El Pájaro de Perogrullo

El Pájaro de Perogrullo

Columna: Opinión

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 Conocí al Ingeniero Rodolfo Hernández hace unos meses. Causa buena impresión su decidida y poderosa consigna de lucha contra la corrupción y su preocupación frente a la cooptación por parte de muchos de los integrantes del establecimiento político de las entidades del Estado, en beneficio de ellos y en perjuicio de la ciudadanía.
Su propuesta la explica con ideas de fácil comprensión, tales como quitarles la chequera a los corruptos, reducir la burocracia y el tamaño del Estado, reducir los sueldos y quitarles privilegios a los funcionarios del Estado (carro y celulares, entre otros) y el ejercicio de la función pública con base en cualidades técnicas.

Aun cuando sus planteamientos son muy populares, muchos tienen reservas sobre su conveniencia y facilidad de realización y la efectividad de algunos de ellos como, por ejemplo, su idea de cerrar la Casa de Nariño (ahora su idea es volverla un museo). Mencionó el esfuerzo, sin sentido, de algunos políticos clientelistas y carentes de ideología, que saltan de un partido a otro, tratando de camuflarse y reinventarse, pues al final del día siguen siendo los mismos con las mismas. Igualmente, me causó buena impresión el hecho de que sea empresario. Me gustó la explicación que dio de sus inicios, su esfuerzo para estudiar y para lograr lo que logró a punta de trabajo. Defiende la empresa y la iniciativa privada como pilares fundamentales de la economía y fuentes generadoras de bienestar, riqueza y empleo.

Para el Ingeniero, la situación de pobreza se resuelve con la creación de empresa y empleo, sin dejar de lado su sensibilidad social y convicción de ayuda a los más desfavorecidos. Me dio la impresión de que es una persona con muy buena energía, desparpajada y justa, aun cuando no necesariamente de fácil trato, por lo empecinado y exigente. Lo cierto es que, a pesar de las cábalas que favorecían a Federico Gutiérrez para conseguir el tiquete a la segunda vuelta, el país se volcó a votar por él y creó el fenómeno de Rodolfo Hernández.

Esa persona auténtica, tan colombiana, tan santandereana, que, con un discurso simple, pero a la vez profundo, poderoso, convincente y pertinente contra la corrupción y la politiquería, y con una estrategia de campaña innovadora y moderna, derrotó a la mayoría del establecimiento político en la primera vuelta, ganará la segunda vuelta y salvará al país del socialismo del siglo XXI. De hecho, su discurso y personalidad están sintonizadas con la ciudadanía y los tiempos. No obstante, para muchos, su pragmatismo y personalidad impulsiva, así como las ganas de hacer rápidamente lo que considera correcto, podrían significar contar con un presidente, aun cuando efectivo, un tanto voluntarioso.

Lo cierto es que los ciudadanos no quieren más de lo mismo, quieren un cambio, con un “outsider” del establecimiento político tradicional, pero dentro del modelo económico de libre empresa y el marco institucional, un ejecutor que hable de manera sencilla y transparente y lleve a cabo las reformas que exige la ciudadanía. Por eso, el país votará masivamente por Rodolfo Hernández. Por mi lado, votaré también por el Ingeniero.