La primera victoria pírrica del siglo XXI

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Han transcurrido más de dos semanas desde que Putin inició la invasión de su vecino Ucrania. Las imágenes son desoladoras y el costo en vidas y destrucción es altísimo. Los refugiados ucranianos sobrepasan los dos millones, en lo que se ha constituido en pocos días en unas de las mayores crisis humanitarias de los últimos tiempos. A pesar de todo esto, los ucranianos siguen luchando valerosamente por la libertad, por la democracia, por su derecho a auto determinarse como pueblo y elegir su destino. Un ejemplo para el mundo. ¿Todo este, caos, dolor y muerte que ha causado Putin para qué? Para obtener la victoria más pírrica entre las victorias pírricas. Rusia terminará pagando un precio tan alto por su aventura, que su destino y viabilidad como nación hoy lucen cuestionables.
Tal vez sirve contextualizar que representa Rusia. En términos de PIB, es más pequeña que Italia, pero con el doble de la población, o equivalente a Texas con cinco veces la población de Texas. Rusia no es un país desarrollado ni diversificado económicamente y depende mucho de los insumos primarios para su supervivencia. Todo esto para decir que en términos económicos, Rusia no estaba en capacidad de enfrentarse a los Estados Unidos y sus aliados de Occidente.

En términos militares, tampoco les va muy bien. En una guerra convencional, Rusia está por debajo de Inglaterra o Francia y muy lejos de los Estados Unidos. De hecho, en la invasión a Ucrania, estas debilidades convencionales han quedado en evidencia. Lo único que hace que Rusia tenga importancia estratégica son las armas nucleares que posee, y con las cuales amenaza muy a menudo. Pero como le dijo recientemente el presidente Macrón a Putin: nosotros también tenemos armas nucleares. Lo único que juega a favor de Putin es la creencia, basada en las violaciones a los derechos humanos, en Occidente de que Putin es irracional y está dispuesto a iniciar una guerra que nadie puede ganar. En una guerra nuclear quien apriete el botón primero es irrelevante.

La pregunta del millón es por qué a pesar de las obvias debilidades rusas frente a Occidente, Putin creyó que podía salirse con las suyas pagando un bajo precio. Para responder esta pregunta es necesario recurrir al análisis especulativo.

El primer factor fue la lectura equivocada de Putin sobre las debilidades de las democracias frente a los regímenes autoritarios. Probablemente las imágenes de los conflictos eternos en las democracias occidentales, alimentados en parte por la interferencia rusa, pero que al final del día son parte de la democracia, le hicieron concluir que un presidente inepto y débil en los Estados Unidos y una Europa timorata eran una oportunidad de oro para sus sueños imperialistas. Putin calculó que Biden no podría internamente unir al país ni externamente a los aliados europeos, ya que a estos últimos los tenía chantajeados con los suministros de hidrocarburos. No entendió que una de las grandes ventajas de las democracias es que no dependen de un hombre fuerte, y que cuando el presidente es un idiota, el resto de la institucionalidad hace el trabajo. Subestimó la capacidad de sacrificio y de unión de Occidente cuando siente que sus valores sacrosantos son atacados. Putin hizo lo impensable, una guerra en pleno corazón de Europa el ultimo teatro de una conflagración mundial.

El segundo factor fue creer que ser el gran proveedor de energía de Alemania y gran parte de Europa era suficiente para mantenerlos al margen, y que las medidas que había tomado para blindar la economía rusa eran suficientes para resistir las sanciones. No fue así. Sin disparar un solo tiro en territorio ruso y sin destruir una sola casa, la destrucción que le acarreará la guerra económica a Rusia la sentirán las próximas generaciones de rusos. Hoy, Rusia es una nación sin futuro gracias a los sueños imperialistas de Putin. Los tiempos han cambiado.