Hay que rescatar el modelo del Edén samario

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Los pueblos tienen el derecho y la obligación de tomar las riendas de su destino sin esperar a que la clase política y los gobiernos les resuelvan los problemas, ya que la espera puede durar toda la eternidad.

El problema real del progreso es la falta de líderes verdaderos capaces de convocar y unir alrededor de un propósito común. Es por falta de buenos líderes que los pueblos no avanzan. Entendamos que cuando se piensa en líderes, no necesariamente estamos hablando de cargos de importancia y gran figuración. Se puede ser líder en el barrio, en el colegio o en la ciudad; a veces sucede que un político también es líder. No todo líder es político ni todo político es líder.

El poder que tiene un pueblo para progresar y cambiar cuando es bien dirigido es inmenso. Santa Marta en algún momento de su historia tuvo un gran líder y político, un hombre que trabajó incansablemente por la ciudad y que dedicó su vida a transformarla y a mejorar la vida de los samarios. Lástima que su legado haya caído en el olvido, pero creo que llegó el momento de rescatarlo.

El líder al que me refiero es Edgardo Plutarco Vives Campo, gran ejecutor de obras. Y quiero resaltar particularmente una idea genial, a la cual no entiendo por qué no se le dio continuidad y que no es otra que la alianza cívico-militar que hizo de Gaira “El Edén Samario”. Si se le hubiera dado continuidad a esta iniciativa, hoy Santa Marta sería una ciudad muy diferente. La transformación de Gaira fue, y todavía es, un ejemplo de mostrar. Valga mencionar que en su momento esta alianza cívico-militar recibió el reconocimiento del alto gobierno.

La alianza ocurrió en el segundo paso de Edgardo por la alcaldía de Santa Marta en el año 1986. Apenas posesionado le pidió al ejercito mano de obra y apoyo logístico para obras que beneficiaran la ciudad. Se trabajó en la pavimentación de los barrios del sur de la ciudad. En el caso de Gaira, la comunidad entera trabajó hombro a hombro con el ejército y el gobierno local para tener acueducto, alcantarillado, alumbrado y pavimentación. Mientras los hombres trabajaban, las gaireras con sus ollas y su sazón alimentaban a los trabajadores. ¿Puede haber algo más hermoso que esto?

Hay que recuperar y viabilizar legalmente este modelo de desarrollo, de tal forma que cuando un gobernante inepto tumbe un puesto de salud, la comunidad no tenga que esperar años a que a otro político o el mismo en cuerpo propio o ajeno, le dé la gana de ayudar a la comunidad.

El ejemplo y el liderazgo de Edgardo Plutarco Vives Campo y su iniciativa cívico-militar comprueban una verdad sabida y tantas veces ignorada: los grandes líderes transforman uniendo y no dividiendo. He aquí el secreto del éxito de las socialdemocracias nórdicas.

En estos tiempos en que se ha ahondado la desconfianza del ciudadano por las instituciones, y donde se siente un ciudadano que parece haber renunciado a participar activamente en decidir su destino, es necesario que renazcan las alianzas entre las instituciones y la comunidad para trabajar juntos por el bien de todos. Trabajar hombro a hombro con la comunidad en proyectos que hagan la diferencia.

El progreso no se logra cambiando políticos. El progreso se logra cuando se invita a los buenos líderes, a un Edgardo Vives Campo por ejemplo, a gerenciar proyectos y a dirigir gentes.

Dejo la inquietud a nuestros honorables congresistas para que presenten los proyectos de ley que empoderen a la comunidad y a sus líderes. En un país como Colombia, es necesario que la comunidad tenga las herramientas para trabajar por su progreso.


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