Código Rojo

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Código Rojo, la humanidad está llegando al punto de no retorno por cuenta del calentamiento global.  La advertencia parece sacada de una película apocalíptica producida en Hollywood, pero no, es la admonición que la semana pasada hizo la ONU.  ¡Sálvese quien pueda!

Este mismo anuncio podría haberse dicho en el siglo 14, que tiene mucho en común con lo que estamos viviendo hoy, peste incluida.  En Europa después de varios siglos de crecimiento económico y poblacional se alcanzó el punto en que no era posible alimentar a toda la población.  En parte ocasionado por las limitantes de las técnicas de producción, y en gran parte, oh sorpresa, por el calentamiento global.  En 1.348 llegó a Europa la peste negra que decimó gran parte de la población, haciendo desaparecer los problemas de sobrepoblación, hambrunas y desempleo.  La peste tuvo un efecto “positivo”.  A lo largo de un siglo la peste negra seguiría apareciendo esporádicamente. 

El planeta ha sufrido este fenómeno de calentamiento por lo menos seis veces antes y es un proceso natural, aunque es cierto que el hombre y su actividad han ido contribuyendo cada vez más al fenómeno.  Hay evidencia histórica de que la disminución de la población mejora el tema climático.  La ciencia ha creado la ilusión de que podemos revertir el daño ecológico y alcanzar niveles de producción sostenibles, es decir, amigables con el medio ambiente.  La realidad es diferente.  Lo que realmente significa e implica la agenda verde es que desplazaremos la contaminación o el desperdicio a otros lados.  Si no contaminamos con hidrocarburos, lo haremos con algo más.  ¿O es que alguien seriamente cree que una batería eléctrica en un carro es mejor que la gasolina?  ¿Se han preguntado que químicos tiene una batería, de donde salen, etcétera?  Pregunten en Portugal como la carrera por controlar el litio va a desaparecer una comunidad pastoril y agrícola tradicional. 

Lo que pocos nos atrevemos a decir es que la humanidad creó una trampa de la que no puede salir y que comenzó hace miles de años con la agricultura.  No hay ningún problema ecológico, lo que hay es un enorme problema de sobrepoblación y actividad humana de producción.  Se han hecho cálculos, y para que el planeta sea realmente sostenible y vuelva a los estándares de la era pre-agrícola, solo hay cama para cien millones de personas.  Echen ustedes los números de todos los que sobran o sobramos.  Los científicos saben cuál es la real solución al problema, pero es una solución que nadie en el mundo moderno – tan humanizado, tan civilizado, tan avanzado, tan ecológico - estaría dispuesto a implementar, o ¿sí?  A veces uno cuestiona “accidentes” de laboratorio que dejan escapar virus altamente letales para los humanos. 

Una forma de pensar el asunto es reconocer que los seres humanos no somos más que otro virus (Virus Sapiens), u otra bacteria (Bacteria Sapiens) para usar un lenguaje inclusivo tan de moda por estos días, y que el calentamiento global es la fiebre del planeta tratando de darnos matarile.  El problema somos nosotros.  Vivimos más, nos morimos menos y explotamos y transformamos los recursos naturales a una escala nunca vista.

Considero que la agenda de la ONU, del Acuerdo de Paris y del movimiento verde, es en el mejor de los casos un intento de ganar tiempo y apostarle a que el ingenio humano, así como nos metió en este atolladero nos sacará de él.  Si nuestro destino final depende de los hombres y de la ciencia, pueden irse despidiendo.  Yo soy hombre de Fe y pongo mis esperanzas en otro lado, y por si las moscas, me anotaré para ser parte de la primera colonia marciana.