Valoración del riesgo país

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



¿Qué tan grave es que Colombia haya perdido el grado de inversión en estos momentos?  ¿Nos sirve la historia como un referente confiable?  ¿Son justificadas las alarmas encendidas?

Lo primero es entender que las calificadoras de riesgo lo que hacen es tratar de dilucidar la capacidad de pago del prestatario durante la vida del crédito.  La regla de oro es: a mayor riesgo, mayor la tasa de interés.  Es el mismo criterio de valoración de riesgo de los bancos en las transacciones con sus clientes.  En la valoración de riesgo país se toman en cuenta los factores determinantes de la salud de un país tales como el riesgo político, grupos de poder, riesgos financieros, entre algunos otros.

Noto preocupación excesiva por la pérdida y recuperación del grado de inversión.  Excesiva, porque no es lo mismo perder el grado de inversión cuando se es el único que lo pierde a perderlo cuando un sinnúmero de países también lo están perdiendo y por la misma razón.  Estamos en el segundo escenario por cuenta de la pandemia.  La otra razón es la necesidad que tienen las instituciones de prestar dinero, ya que a pesar de la pandemia, hay exceso de liquidez en la economía mundial y hay que invertir para generar utilidades; Colombia, dado el estado general de cosas, sigue siendo una opción atractiva para invertir.  No es un país de alto riesgo comparado con otros semejantes y tiene historia de crédito sólida.  En resumen, en mundo de ciegos, el tuerto es rey.  Obtener crédito no es problema. 

Con respecto al riesgo político, hay nubarrones a futuro que pesan mucho a la hora de hacer la valoración de Colombia: una eventual presidencia de Petro.  A la fuga de capitales se uniría la imposibilidad de obtener créditos.   Aquí ya no se trataría de un riesgo global sino de un riesgo doméstico y exclusivo de Colombia.  Es lógico, el modelo país bajo una eventual presidencia Petro estaría en duda, y las frecuentes sandeces y pasos en falso del susodicho no hacen sino inquietar más a los analistas.  Tanto la incertidumbre sobre lo que haría Petro como la certeza de que implementaría un modelo estatista en detrimento del sector privado harían de Colombia un país de altísimo riesgo.  Los precedentes también son valorados, y la alcaldía de Petro es un buen indicador de lo que sería su presidencia, y esto preocupa mucho en el exterior.  El riesgo país más grande para Colombia en estos momentos es Gustavo Petro y no el desfase de la caja del gobierno.  Mal que bien, los problemas de caja pueden ser resueltos con relativa rapidez y fácilmente, aunque la solución sea dolorosa.

Para aquellos que creen que la forma de recuperar el grado de inversión es seguir haciendo reformas tributarias, les digo que están equivocados.  En lo que debemos realmente enfocarnos es en corregir los problemas estructurales de nuestra economía para hacerla sólida y confiable.  El problema realmente no es la tasa a la cual nos prestan sino cómo invertimos los recursos obtenidos.  Es preferible una tasa un poco más alta pero recursos bien invertidos a tasa baja y recursos mal invertidos.  Colombia ha tradicionalmente estado en la segunda categoría. 

Hay que controlar el crecimiento de la deuda externa, la cual creció irresponsablemente bajo el gobierno Santos.  En el 2010 la deuda externa era de US$64.792 millones, o 22,6% del PIB, y en el 2018 ascendía a US$126.249 millones, o 36,5% del PIB nominal proyectado en dólares.  Pero nuevamente, el problema real es cómo se invirtieron los préstamos.  Presumiendo que Petro no será presidente y que dejará de ser factor de riesgo, perder el grado de inversión podría resultar ser una bendición camuflada, ya que la plata barata ha sido una maldición.  Hay que racionalizar el uso de los recursos.