El pecado del centralismo

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Una persona que no sabe nada de computadores compra uno, pero el manual acompañante es para máquinas de escribir. ¿Le sirve el manual para aprender a usar un computador? Analogía de lo que ha sido el centralismo  para Colombia.

En retrospectiva es fácil decir que el centralismo ha sido una aberración que ha causado enormes perjuicios al país; sin embargo, visto con los ojos de la época en que se adoptó, se entiende que copiamos el modelo de estado que se creía era el mejor y más moderno. 

La evidencia histórica muestra que se entendían las ventajas y desventajas tanto del modelo federalista como del centralista.  A punto tal, que el periodo conocido como Patria Boba no fue más que las guerras entre  ambos bandos.  Dos eventos de gran importancia colocaron en el centro del debate local el tema del modelo de gobierno: el modelo federativo de la naciente Unión Americana y el modelo híper centralista de la Revolución Francesa posteriormente perfeccionado por Bonaparte.

Los fundadores de la patria albergaban dudas razonables para la época acerca del sistema federativo por ser un experimento nuevo y poco entendido.  Además, los Estados Unidos no eran lo que hoy es, y más allá de un experimento utópico y libertario, no había mucho que copiar.  Por otro lado, muchos de los líderes criollos se habían educado en la Europa continental o en universidades de nuestro suelo con currículo europeo.  Es sabida la admiración de Bolívar por Napoleón, a quien trató de emular. 

El modelo centralista de Napoleón era considerado el más moderno y eficiente, por lo tanto, en la lógica de la época, era entendible que finalmente se privilegiara el modelo napoleónico.  Tenía la ventaja de ser fácilmente asimilable por razones históricas.  Desde entonces, los colombianos en lo referente a temas legales hemos sido esencialmente francófilos, ya que recogimos toda la tradición legal napoleónica con poquísimos cambios. El legado más valioso de Napoleón para el mundo fueron sus códigos.  

Sucedió lo que tenía que suceder cuando se tiene el manual equivocado y no se hacen esfuerzos por obtener el correcto.  Colombia se desarrolló en el centro con detrimento de las regiones, con la excepción de algunos polos de desarrollo que corrieron con suerte y supieron aprovechar le relevancia de sus economías.  Por ejemplo, Antioquia. 

Es especulación decir que nos hubiera ido mejor con un modelo federal, pero como ejercicio académico es válido decir que sí, ya que aunque no nos hubiera librado de los problemas y tropiezos propios de las naciones nacientes, si hubiera permitido formar en el tiempo liderazgo local capaz de gerenciar las regiones y maximizando las oportunidades.  Esencialmente, el problema de las regiones es un problema de liderazgo.

Tal como argumentaba Camilo Torres a Antonio Nariño, las dificultades topográficas dificultaban una administración eficiente desde el centro, comenzando por la comunicación.  Ahora bien, con lo que se sabía en la época, tal vez no era sensato pedirles que adoptaran un sistema federalista como lo pedía Torres, pero si era lógico, ayer y hoy, que sin reinventar la rueda, diseñaran un sistema de gobierno adecuado a las necesidades de Colombia, que poco o nada se parecía a Francia.  Increíblemente, todavía persistimos en usar el manual equivocado, el cual seguimos aumentando copiando legislaciones y sistemas que en papel suenan bonito pero ajenos a nuestra realidad y por tanto irrelevantes; no contribuyen a que avancemos como país sino todo lo contrario.

En los últimos cincuenta años el descontento en las regiones consecuencia de la falta de desarrollo ha puesto sobre la mesa nuevamente el tema del desarrollo regional.  Ahora se habla de regiones, pero básicamente recoge la idea del federalismo.  Esta corrección histórica tendrá que darse por fuerza, y cuando se dé, espero sea aprovechada para diseñar un modelo de estado pertinente y eficiente.