Juventud, participación, política

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Escrito por:

Saúl Herrera Henríquez

Saúl Herrera Henríquez

Columna: Opinión

e-mail: saulherrera.h@gmail.com



La juventud, divino tesoro como alguien expresara, se ha dicho siempre de ella que es de las sociedades motor de cambio y la consoladora esperanza de un mejor futuro; no obstante,

parece que ello, por un lado no fuera cabalmente entendido por los jóvenes quienes se empecinan en no actuar en consecuencia con lo que de ellos se aspira y espera; y por otro, no creo que se les esté poniendo la suficiente atención, como tampoco el impulso necesario ni proporcionándoles el respaldo que les permita transformar el porvenir.

 Los jóvenes deben ser los protagonistas de las grandes luchas, de las grandes causas, tales como la defensa del medio ambiente y la igualdad de derechos, solo para mencionar algunas, todas ellas junto a otra muchas indispensables para la transformación de la vida social, cultural, económica y política del mundo. No así la violencia y vandalismo en el que muchos incurren, desvirtuando su razón de ser, responsabilidad, compromiso y capacidad.

En tal correspondencia, como el futuro mismo que entrañan, por ser el porvenir, deben dárseles las oportunidades que necesarias sean, para que desde la óptica adecuada y lo políticamente correcto, contribuyan, lo mismo que aporten a los cambios, a la participación social, y logren las superiores aspiraciones, transformaciones, estructuraciones y constructos mejores, y no caigan en desencanto, malestar, apatía e incertidumbre, lo que de una u otra obstaculiza sus proyecciones.

En lo que respecta a su participación en la vida política, importante es interesarlos y animarlos, pese al enorme desencanto que sienten frente a la realidad misma de la forma en que se manipula y se ejerce. Necesitamos una juventud que le interese la política, que  y que se produzcan verdaderos cambios a través de ella, el problema ha sido la falta de atención y de resultados, la corrupción y las promesas no cumplidas que, año con año, han generado esa crisis de legitimidad por la que hoy atraviesan las instituciones, los partidos políticos y quienes los representan.

Interesa que creamos en una juventud constituida como agente de cambio. Una juventud que se abra caminos. Que sea inclusiva y equitativa. Preparada, incluyente, seria, responsable, estructurada, comprometida con la transformación de los problemas sociales y ante los retos que enfrentamos como territorio. Sólida, pensante, actuante, visionaria, honesta, mostrada y demostrada, para así darle todo el respaldo y trabajar en brindarles mejores oportunidades que les sirvan de fundamento, soporte, impulso y plataforma de lanzamiento para explotar a tope el gran potencial que tienen y le es propio, sentido en el que es indispensable a todas luces robustecer su hacer en la órbita política, sean importantes y ocupen su lugar en los espacios de participación y toma de decisiones. Con una juventud así, caminaremos seguros hacia la conquista de las metas, objetivos y propósitos mejores que demanda y merece todo pueblo.



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