Aplacar los ánimos sacrificando el futuro

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Un pan pequeño puede ser dividido entre dos o cien personas. En el segundo escenario todos quedarán con hambre. El pan es la economía de un país, y las personas son los empleos disponibles en esa economía.

Entendida la analogía, tanto el reclamo de los jóvenes así como la solución del gobierno colombiano son equivocadas. Equivale a seguir dividiendo el mismo pan entre mucha más gente en vez de hacer más pan; al final nadie quedará contento. Con el aplazamiento constante de una solución real al problema estructural del desempleo se agranda y agrava cada vez más el problema, y con ello las manifestaciones de inestabilidad social y política.

En términos económicos, el reto que tenemos como sociedad es agregarle valor a la economía y ser más productivos. Y la solución pasa por la industrialización del país con energía limpia. Si lográramos un acuerdo como sociedad y trabajáramos juntos para sacar adelante ese acuerdo, el futuro de nuestro país, de nuestros jóvenes, sería brillante.

Quizás un punto de inicio es entender que Colombia es mayormente una economía que exporta materias primas, lo cual tiene dos problemas: volatilidad de los precios y poco valor agregado. ¿Qué debe entenderse por materias primas? Los materiales que necesitan ser transformados para convertirlos en bienes de consumo; es decir, los recursos naturales. Por ejemplo, el petróleo es un ejemplo de materia prima del reino mineral. Al decir que el reto es agregarle valor a la economía, simplemente queremos decir que en la cadena de producción, logremos mantener en el país todo o parte del proceso de transformación de esa materia prima.

Doy un ejemplo. Si yo corto un árbol y lo exporto varias cosas suceden. La primera, a mí solo me pagan por el árbol, que es la materia prima. El país que lo importó, tiene opciones: puede fabricar mesas y sillas u otros enseres, puede fabricar palillos o puede hacer bienes altamente diferenciados y artísticos o una combinación de todos. Al final producirá aquello que le genere más ingresos. Supongamos que el dueño del árbol contrató dos personas para que se lo cortaran. Estos dos trabajos son poco calificados y de bajo salario. Pero cuando el árbol es transformado en sillas y mesas, se requiere mano de obra mucho más calificada. Hay que hacer diseños, se necesitan tornillos, pulir, pintar, comercializar y muchas otras cosas. Y hacer esto demanda muchos trabajadores e involucra otras industrias.

El dueño del árbol se ganó cien dólares y le pagó diez a cada trabajador; fin de la historia. Por el contrario, la fábrica vendió los juegos de mesas y sillas, digamos diez en total, por cincuenta dólares cada uno al distribuidor, el distribuidor tiene que transportarlo al comercializador y vendérselo, y así sucesivamente. El segundo país, como podemos ver, va generando muchos empleos mejor remunerados y va generando valor en todos los pasos del proceso hasta que los bienes son finalmente adquiridos por el consumidor. Lo primero es un país en vías de desarrollo y lo segundo uno desarrollado.

Para poder transformar la materia prima se necesita empleados que tengan las competencias para hacerlo. Entonces, el dueño de la fábrica antes de montarla eligió el país que le ofrecía el talento que requería, entre otras consideraciones de peso. Para que Colombia pueda capturar mayor valor, ser competitiva y productiva, debemos formar abundante talento humano calificado. Solo así lograremos volvernos atractivos para que por medio de la inversión directa extranjera se creen empresas en el país, o que capital colombiano se anime a crearlas. Ninguna de las concesiones de Duque a los jóvenes ni las peticiones de estos últimos van en esta dirección. Más empleo con el mismo PIB; o sea, nada. Seguir dividiendo el pan y seguir aumentando la desigualdad y la pobreza.


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