Sombreros colombianos

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Nuestra diversidad cultural se refleja también en los sombreros; unos totalmente autóctonos, otros adoptados de otras culturas.
El sombrero vueltiao fue conocido universalmente en 1985 gracias a Miguel “Happy” Lora, cuando obtiene el título mundial de peso gallo derrotando a Daniel Zaragoza. Ajusta el cinturón de campeón y, a modo de corona, porta un sombrero fino de 21 vueltas, elaborado en Tuchín y rezado por los indígenas; ese sombrero desapareció. El sombrero vueltiao acompaña obligatoriamente a nuestras delegaciones olímpicas desde Sídney 2000. Gracias a la ley 908 de 2004, es Símbolo Cultural de la Nación. Ni Gabo, que ciñó uno de ellos antes de recibir el Premio Nobel de Literatura, pudo lograr la proeza del boxeador cordobés.

Desde tiempos inmemoriales, los zenúes los usaban para guarecerse del inclemente sol sabanero. Inicialmente monocromático, recibe después el color negro para construir sus pintas clásicas: el pecho del grillo, la mano del gato, la flor de la cocorilla y el pilón. Sus figuras geométricas también muestran a las flores de maracuyá, limón, totumo o de azahar, la espiga de maíz y el diente de burro, entre otras. Narra en sus figuras actividades como caza o la pesca. Se confecciona principalmente en Sampués, Chinú y San Andrés de Sotavento; el fino proviene de Tuchín. Elaborado con caña flecha, exhibe distintos colores: el beige natural y otros que vienen del teñido con jagua, dividivi, cáscara de plátano y otras tinturas. Durante su elaboración, las tiras trenzadas se van cosiendo con máquina de pedal en forma de espiral para darle la forma a partir del botón, en el centro de la copa; de ahí su nombre. Los sabaneros le hacen un doblez llamado pava. Las distintas formas del sombrero distinguen al usuario, y se personalizan colocando nombres, principalmente en el ribete.

Hombres y mujeres lo portan en la ciudad, el campo y en muchos eventos; para los cumbiamberos es obligatorio. Fue obsequiado al Papa Juan Pablo II, a Bill Clinton y al príncipe Carlos de Inglaterra. Alejo Durán, Luis Enrique Martínez, Enrique Diaz, y Juancho Polo nunca se lo quitaban; Egidio Cuadrado siempre lo usa. Calixto Ochoa, quien lo exhibió mucho tiempo, compuso la canción “Sombrero vueltiao”. Los hermanos Lora interpretan el porro “Mi sombrero vueltiao”. En el Festival Vallenato de 2013, la puya “El cuentico chino” recibió el premio a la canción inédita. Defiende al sombrero vueltiao frente a las burdas falsificaciones chinas; fue demandada por su semejanza con la cumbia “El propio vueltiao”, presentada poco antes en el Festival de Acordeones de Lorica.

En la región paisa es característico el sombrero agudeño. Blanco, bordeado con una cinta negra, presenta diversas formas; debe estar elaborado en Aguadas (Caldas) con palma de iraca; cuenta con Denominación de Origen desde 2011. El ecuatoriano Juan Crisóstomo Flores llevó el sombrero ecuatoriano a la ciudad hacia 1860, y les enseñó a elaborarlo. Aurelio Martínez Mutis le dedicó unas estrofas en el poema “Aguadas”. Arrieros y caballistas lo lucen; es común verlo en las cabezas de muchos colombianos y se exporta a España, Estados Unidos y otros países desde cuando el ibérico José Cerra de Oviedo inició envíos a España, finalizando el siglo XIX. Sandoná, en Nariño, produce un sombrero similar al ecuatoriano; de la misma toquilla, igualmente blanco, muy fino, alcanzó su Denominación de Origen en 2011. El de Suaza (Huila) es otra evolución del ecuatoriano; también blanco, adopta varias formas y lo usan hombres y mujeres. En 2015 obtuvo la Denominación de Origen.

Los varones arhuacos usan tutusoma, un sombrero blanco tejido en algodón, de forma cónica trunca. El de los koguis es cónico, le llaman namtu, y lo usan los mamos. Su forma representa a la Sierra Nevada de Santa Marta. La Sierra de la Macuira aporta la paja de mawuisa con la que se fabrica el colorido y particular sombrero Womu wayúu. Los misak (guambianos) protegen el pensamiento, dicen, con su sombrero tampalkuari acaracolado. Hay muchos más, claro; impresiona la multiculturalidad colombiana.