Reconciliación

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Es lo que necesitamos como sociedad. Los bochornosos escándalos cotidianos, el cinismo de los involucrados, la indiferencia ciudadana y la inacción de las autoridades hacen pensar en la inviabilidad de Colombia como estado. Todo parece insoluble, pero no estamos sumidos en lo más apestoso del lodazal; esto empeora a diario. La inadmisible polarización política se extiende a todos los campos, e impide buscar caminos de reconciliación; pocos líderes y sectores muestran propuestas conciliatorias. Colombia tiene muchos y muy graves problemas; la corrupción es la gran locomotora que arrastra a todos los demás. Apremian las soluciones efectivas empezando por lo más urgente.

Sin duda alguna, se requiere un gran pacto nacional entre todos los sectores políticos y sociales: una especie de gran frente nacional, pero incluyente. El gran error del Pacto de Benidorm fue la exclusión de la ciudadanía y de todo movimiento político distinto de los tradicionales conservador y liberal, lo que derivó en una violencia distinta a la política; la violencia social (más grave todavía), y en la agobiante corrupción que azota a nuestra nación. La actual Constitución Política pretendió modernizar las instituciones, pero sufre constantes reformas en beneficio de intereses grupales que impiden tener una sociedad siquiera justa.

En ese gran pacto deben participar todos los sectores sociales, sin excepción: esto no es de partidos políticos: la mujer, los indígenas, las comunidades afro, LGTBI, los empresarios, los trabajadores, educadores, estudiantes, economía informal, y un extenso etcétera. Debe haber catalizadores y moderadores externos. El objetivo magno es una verdadera inclusión social y participación de todos los sectores en las decisiones importantes del estado. Inclusión también de la periferia geográfica que está por fuera del cuadrado mágico (Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla): la Guajira, el Chocó, Vichada, Guainía, Putumayo, etc., sempiternamente abandonados a su suerte. Esos billones que se pierden en los vericuetos de la corrupción deben irrigarse a esas regiones. Pero también debe haber real presencia del Estado: resolver los problemas básicos, no como favor político, sino estructuralmente.

Cíclicamente se menciona el Acuerdo sobre lo Fundamental que planteaba Álvaro Gómez. La recuperación de la ética política es el primer punto para poder desarrollar los demás, empezando por la justicia; ella no puede depender de los partidos políticos ni obedecer a sus intereses. Por el contrario, debe volver a ser la institución ejemplar, independiente, con participación significativa de la academia, con decisiones en derecho y justicia, apegadas a la constitución. Allá no deben entrar los intereses de los corruptos. Debe terminar el contubernio entre el ejecutivo y el congreso, raíz de muchos males. Verbigracia, la mermelada. El sistema de pesos y contrapesos requiere un fino equilibrio.

La estructura del congreso (por ejemplo, funciones, número y origen de los parlamentarios) debe conducir a un centro de decisiones depurado en el que confluyan los intereses de todos los sectores ciudadanos. Es menester limitar el exagerado presidencialismo colombiano. Los entes de control del estado también han de ser independientes. Ejemplo de ello es la fiscalía, desde siempre al servicio de la presidencia; esto debe terminar. El papel de las fuerzas armadas es fundamental en cualquier sociedad. Los militares no están para ejercer funciones policiales o judiciales. La policía debe retornar plenamente al servicio ciudadano. La depuración y reestructuración es urgente. La salud y otros derechos fundamentales requieren regresar al control del estado sin quitar la participación privada; fue gravísimo convertirla en negocio, y la actual pandemia así lo demostró. El campo debe ser el gran motor de la economía; ello implica una contrarreforma que devuelva a sus legítimos dueños los territorios robados, apoyándose en un enorme proyecto de desarrollo rural, buscando autoabastecernos y recuperar la vocación exportadora de los productos agropecuarios. La educación como dinamo del desarrollo es indiscutible. Hay muchos otros temas a tratar.
Los partidos políticos tienen la sartén por el mango: la ciudadanía tiene el poder del voto. En el futuro debate electoral habrá propuestas incluyentes o continuistas. Usted elige.