Definitivamente, el tiempo no perdona

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Escrito por:

José Vanegas Mejía

José Vanegas Mejía

Columna: Acotaciones de los Viernes

e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es



Encendemos el computador y de inmediato este aparato promete mostrarnos qué aspecto físico tienen algunas personas famosas que conocimos en años pasados. Eso sí, aparece la aclaración de que a lo mejor no las vamos a reconocer. Generalmente no nos detenemos a indagar sobre esos ídolos de tiempos idos, pero cuando la curiosidad nos vence, entramos con temor a conocer los cambios desastrosos que han sufrido. Sobra decir que esas personas nada pueden hacer para que el tiempo no continúe surcando sus rostros. La lista de casos sería muy larga para exponer en un artículo periodístico; por eso nos limitaremos al campo de la farándula, sobre todo, al cine.

Algunos de estos personajes decidieron a tiempo desaparecer de la presencia de sus admiradores: no quisieron deteriorarse frente a ellos. Es el caso de la actriz Brigitte Bardot, quien dejó la actuación cuando estaba en la cúspide de su carrera y era un símbolo sexual de los años cincuenta y sesenta. Esta ex actriz tiene actualmente ochenta y seis años y las fotografías que encontramos en el computador nos producirían lástima si no supiésemos que vive feliz rodeada de muchos animales a los que protege y ama.

Otras imágenes que impactan son las del actor Tony Curtis, fallecido en el 2010. En su época de gloria fue modelo para todos los jóvenes. Su apostura y sobre todo su corte de cabello – “a lo Tony Curtis”, exigían los jóvenes a su peluquero– lo convirtieron en el galán a imitar. Pues, en los años cercanos a su fallecimiento este actor no era sino un señor calvo, pasado de kilos y apenas ridícula sombra de lo que fue. Otro recuerdo nostálgico nos deja Libertad Lamarque, fallecida el 12 de diciembre del 2000. Su carrera artística se desarrolló casi toda en México, país que la convirtió en ícono de la canción. Fue llamada con justicia ‘La novia de América’. Su belleza la convirtió en pareja predilecta de los galanes de la época; pero en sus últimos años Libertad Lamarque, quien tenía noventa y dos años y aún trabajaba en el cine y la televisión, era la encarnación de una adorable ancianita que a duras penas se salvaba en sus películas por la dulzura de sus interpretaciones musicales.

Resulta deprimente observar cómo pasan sus últimos días muchos personajes que tuvieron situaciones privilegiadas y hasta llegaron a disfrutar de solvencia económica pero despilfarraron esos recursos. No es el caso, por supuesto, de Kirk Douglas (Issur Danielovich Demsky), el actor que alcanzó a cumplir ciento tres años y pudo darse el lujo de trabajar en algunas películas al lado de sus hijos y nietos. Falleció en febrero de este año.

Envejecer con dignidad es la máxima aspiración de todo ser humano. De la calidad de vida depende la forma como se llegue a los últimos años. Las actrices Sofía Loren y Catherine Deneuve, de ochenta y seis y setenta y siete años, respectivamente, confirman esa aserción. Ambas conservan mucho de la belleza que las hizo famosas en sus mejores momentos. Pero la síntesis de todo lo expuesto en este artículo está en la respuesta del actor Clint Eastwood al ser preguntado por qué se mantenía con tanta energía y disposición de ánimo a sus noventa años. “Simplemente, no dejo entrar al viejo”, respondió. Y esa es, tal vez, la mejor fórmula, porque podemos retardar la llegada del ocaso definitivo y continuar siendo jóvenes de espíritu. Pero, definitivamente, el tiempo no perdona.


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