¡A volar se dijo!

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



La semana pasada participé en una conferencia dictada por un profesor de Harvard dirigida a los ejecutivos de la compañía donde trabajo y que tenía por tema liderar en tiempos de crisis. El académico habló de un fenómeno ampliamente estudiado, el cual es que el miedo en los seres humanos es producto de dos factores: la incertidumbre (futuro) y la falta de control (presente). El primero es un fenómeno cognitivo, mientras que el segundo es emotivo. En situaciones de miedo, el cerebro primitivo toma control y tiene dos respuestas: huir o pelear. Toda la conferencia fue acerca de cómo manejar equipos, sociedades en estas situaciones.

Dato curioso. Una reciente encuesta en los Estados Unidos muestra que la mayor parte de la gente le cree más al Dr. Fauci que al presidente Trump y a los gobernadores. La razón es que va al corazón de la incertidumbre y porque se cree, justificadamente o no, que la ciencia tiene todas las respuestas, y como dijo el profesor de Harvard, un mapa, aunque esté equivocado, es mejor que ningún mapa.
En Colombia hoy, gran parte de los ciudadanos, incluyendo muchos gobernantes locales, están tomando decisiones con el cerebro primitivo. Es así como vemos a Claudia López en Bogotá aferrada a la ciencia y los datos, o vemos comunidades agrediendo médicos y personal de salud. Están en modo pelea y de supervivencia. Peor aún, ha surgido el mamertismo salvaje que dice que hay que sacrificar a los ricos y a las grandes empresas para darle a los pobres y más vulnerables. Convirtieron esto en una lucha/pelea de clases.

Antes que ponernos bravos, hay que entender que es el miedo y el cerebro primitivo en esteroides el que los está aconsejando. En este escenario de gobernadores y alcaldes graduados de dictadores a las carreras, el temperamento ecuánime e imperturbable de Duque ha sido un gran activo para el país. No toma decisiones con base en miedo ni se aferra a una sola arista del problema; además, propone soluciones integrales y equilibradas. Ha mostrado gran serenidad en la crisis.

En estos momentos necesitamos mucha cabeza fría. Tenemos que renunciar al mamertismo salvaje y entender que Avianca, los bancos y muchas grandes empresas son indispensables para poder reactivar la economía rápidamente y minimizar perdidas. Si las dejamos quebrar tomará décadas compensar la hecatombe social que nos dejarían. Es también cierto que hay que ayudar a las pequeñas y medianas empresas.

Uno de los argumentos más absurdos que se escuchan es que hay que dejar quebrar a Avianca porque los dueños son extranjeros. ¿Es que acaso esto pesa más que las miles de familias colombianas que dependen directamente de Avianca? No entiende la gente del común que la aviación es un negocio difícil y complicado con poca rentabilidad, pero necesario para la logística de carga y pasajeros del país. ¿Cómo debe hacerse el rescate? Esta es una discusión que debe darse, pero en mi opinión, no creo que le sirva a nadie que el estado compre toda la empresa.

Otro tanto sucede con los bancos, cuyo papel de intermediación en la economía es aún más esencial que el de la aviación. El tener bancos con estados financieros saludables es indispensable para salir rápidamente de la crisis. Es absurdo quebrar a los bancos exigiéndoles que financien la crisis. Claro que como ciudadanos corporativos tienen que ayudar, pero sin colocar en riesgo su capacidad financiera.

Si quiebran las grandes empresas se perderán miles de empleos y el impacto social sería catastrófico. El camino de darle a un gobierno licencia para que decida que empresas son viables y por tanto merecen ser rescatadas, y cuáles no, es el camino al despeñadero. En estos estamos todos juntos.