La peor idea del siglo veintiuno

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com

La propuesta del presidente de la ANIF, Sergio Clavijo, de disminuir el desempleo entre los jóvenes remunerándolos por debajo del salario mínimo es la peor idea de lo que va corrido del siglo.
Preocupa que una persona que es dirigente gremial y que tiene la capacidad de influenciar la definición de las políticas públicas haga gala de tanta pobreza mental. Lo sucedido reafirma el sentir de muchos colombianos, dentro de los que me incluyo, de que nuestros dirigentes carecen de la idoneidad para liderar; llegaron a la cúspide quien sabe como pero no ciertamente por su idoneidad.

La propuesta supuestamente cobijaría a los jóvenes entre los 18 y 25 años, y supuestamente seria por solo un año, que Clavijo considera de aprendizaje. Para comenzar, lo de pagarles solo el 75% del salario mínimo es inmoral porque el mínimo es mínimo o no es mínimo, y quiere decir que solo alcanza para medio vivir. Pagarles por debajo del mínimo es subempleo y explotación.
En Colombia se deja de ser empleable a los 35 años y la propuesta va hasta los 25. ¿Diez años de vida útil? Se sube el empleo en los jóvenes pero se aumenta en otros sectores de la población. ¿Qué se gana?

La propuesta de adoptarse tiene consecuencias nocivas para la economía y terminaría haciendo más daño que bien. Los empleadores saldrían de empleados más costosos, pero más productivos, para aprovechar la gabela, y se podría fácilmente caer en un ciclo de despedir gente permanentemente para contratar jóvenes por debajo del mínimo. En síntesis, caería la productividad aunque marginalmente mejore la tasa de desempleo, y no por mucho tiempo porque no sería sostenible debido a que el empleo que se propone es tan de pésima calidad, que no da para jalonar la economía; de hecho la debilitaría por la caída del consumo.

Por ejemplo, despido a una persona que lleva diez años con la empresa y que gana cuatro millones, y contrato dos jóvenes a menos de millón y medio los dos. Supuestamente, disminuye el desempleo, pero esos dos nuevos empleados no tienen la misma capacidad de compra que tenía el que fue despedido. Toma tiempo para que esos dos ciudadanos sean medianamente productivos, y no es claro que el empleador invierta en mejorar la productividad lo que se ahorra en salarios. Lo más probable es que lo mire, equivocadamente, como que mejoró la rentabilidad del negocio sin darse cuenta que está cavando su propia tumba. Va camino a la quiebra.

Adicionalmente, y siguiendo con el ejemplo citado, el que ganaba cuatro millones, probablemente podía pensar en comprar vivienda, auto y viajar, mientras que los otros dos con menos de salario mínimo, no pueden pensar más allá de medio sobrevivir. El que ganaba cuatro millones probablemente es soporte de una familia o por lo menos uno de los pilares, así que el impacto en su núcleo familiar de perder el empleo es catastrófico, mientras que los dos jóvenes probablemente no tienen la misma responsabilidad familiar. Creo que aumentaría la pobreza en el país y el impacto social seria espantoso.

La solución al tema del desempleo en Colombia no es abaratar costos de contratación sino crear muchas más empresas y empleos, y que las empresas existentes crezcan, y para poder crecer necesitan abrir nuevos mercados y ser competitivos. Los costos se disminuyen y la rentabilidad se mejora apostándole a la productividad. Con la inversión de los excedentes se puede crecer. Las personas deben ser remuneradas por lo que contribuyen en conocimiento y experiencia a las operaciones de la empresa y no con base en la edad o cualquier otra consideración distinta a la idoneidad. La mentalidad de costo de nuestros empresarios es en gran parte culpable de que el país sea incapaz de transformar su economía.

Un buen primer paso, podría ser salir de la dirigencia actual y reemplazarla por una más idónea y acorde con los tiempos. Un dirigencia que entienda qué es lo que hace falta y como se logra la transformación productiva que a gritos necesita el país. Una nueva generación de líderes que entienda que la clave es colocar el énfasis en la productividad. Clavijo debería renunciar, aunque fuera solamente por vergüenza.

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