La iniciativa estudiantil de la Séptima Papeleta se dio en el contexto de la violencia narcoterrorista y de dos hechos que habían calado profundamente en los colombianos: el asesinato de Galán y la Toma del Palacio de Justicia. El asesinato de Galán había llevado a Gaviria a la presidencia, y el segundo a que el M-19 negociara el desarme.
Los jóvenes de entonces creímos que las condiciones estaban dadas para una Constituyente y para que un nuevo pacto político acabara de una vez por todas con la violencia política y narcoterrorista y la exclusión social. Como era de esperarse la idea de la Séptima Papeleta fue apropiada por los manzanillos de turno, y la resultante fue la tristemente célebre Constitución Política (CC) de 1991. La Constituyente terminó siendo la claudicación y castración del estado.
En el papel se logró mucho y se modernizaron las instituciones, pero la realidad es que hoy estamos peor como sociedad. Los males que nos afligían han crecido en estatura y complejidad y cada vez se tornan más difíciles de resolver a punto tal, que el estado, donde existe, parece desbordado.
Le pregunto al amigo, a quien fuera mi profesor y presidente de tesis de graduación, al doctor Fernando Carrillo Flórez, actual Procurador, ¿que nos pasó Fernando? En los noventa soñamos con poder construir un país diferente, y nos estamos volviendo viejos sin que ese sueño aflore por ningún lado. Tal pareciera que no logramos cambiar al país sino que fue el país el que terminó cambiándonos a nosotros.
Sé de tu incuestionable sapiencia jurídica, de tu rectitud a toda prueba pero te la pasas por el país lanzando frases efectistas como si estuvieras al frente de un think tank y no al frente de la Procuraduría. Hay que pasar de una Procuraduría de anuncios a una de actuaciones. Denuncias la corrupción, pero ¿no te parece Fernando que el ente que lideras es parte de ella? La Procuraduría hoy, lo que mayormente procura es impunidad. Los corruptos cuentan con la ineficacia, la ineficiencia e inoperancia, cuando no la complicidad, de entes como la Procuraduría y la Fiscalía para seguir haciendo de las suyas.
Hoy la corrupción ya es un tema de valores y cultura, y bajo estos parámetros no veo cómo podremos salir adelante como nación. Tristemente, es el mismo pueblo el que apadrina la corrupción a pesar de las marchas de indignación y de la Consulta Anticorrupción; esta ultima un espejismo más en nuestra larga historia de perseguir espejismos, tal como lo hicimos con la CC de 1991.
Tú y yo sabemos que la corrupción se derrota con un solo dedo y nada más. ¿Cuál? El del ciudadano que vota a conciencia y pensando en el bien común. Se derrota con el dedo que se moja de tinta eligiendo gobernantes con hojas de vidas impecables. Estamos muy lejos en la mayor parte del territorio nacional de este ideal ciudadano, pero la CC del 91 sentó las bases de un sistema político diseñado para que sean los corruptos quienes lleguen y se enquisten en el poder.
Me pregunto Fernando, como creo que tú lo haces todos los días, si nuestra generación fracasó, o si simplemente nunca tuvimos la oportunidad real de cambiar nada; lo intentamos en el lugar equivocado y con las formas equivocadas. A pesar del pesimismo que me acompaña, y entendiendo que el problema nunca ha sido por falta de letras sino de voluntad ciudadana, elijo pensar que todavía hay esperanza y que no todo está perdido y que no moriré sin ver que Colombia encuentre el rumbo. Los años me han enseñado la inutilidad de batirme en duelo a muerte con molinos de vientos, máxime cuando hoy se apodera fácilmente de mí la fatiga ante el debate inútil. Te pido me perdones, pero he perdido el espíritu de Quijote.
Aceptaste el reto de arar en el mar, luego ara lo mejor y lo más rápido que puedas; de pronto te sucede como a la rana que de tanto patalear logró convertir la leche en nata y salvarse; quizás las acciones contundentes y oportunas de la Procuraduría sean el comienzo de algo bueno. Te dejo la inquietud.
Con el aprecio de siempre,
German Vives Franco