La Corte Suprema de Justicia: sometida al imperio de la constitución y la ley

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Escrito por:

José Noriega

José Noriega

Columna: Opinión

e-mail: jmartinnoriega@hotmail.com



"Dura Lex, Sed Lex": ("La ley es dura, pero es la ley.")

Durante los últimos días han llovido rayos y centellas desde diferentes ángulos en contra del máximo tribunal de justicia de nuestro país, como consecuencia de que esa instancia judicial decidió declararse inhibido para abordar el tema e investigación del ex congresista Wilson Alfonso Borja Díaz, sometido a lo que algunos huérfanos de poder y plañideras de autoridad,

han dado en llamar la farcpolítica, por cuanto, considera la Corte, las pruebas que cimentaban ese proceso fueron recabadas desde lo que algunos otros han llamado los computadores del abatido guerrillero Luis Edgar Devia Silva, alias "Raúl Reyes" a los que no le dan ningún valor probatorio ya que su recaudo se hizo violando los más elementales protocolos de cooperación internacional, además de que esos correos, -que no los conoce absolutamente nadie diferente a los que lo que lo han manipulado-, al parecer, no se encuentran en su formato original sino que han sido transcritos a formato Word y allí, aunque le duela a muchos, se pierde su valor probatorio.

Produce vergüenza e hilaridad la cascada de reacciones virulentas y absurdas que tal decisión ha generado, sobre todo en aquellos áulicos y ventrílocuos del ex emperador…cito, quienes añoran esos días, -largos, tortuosos y despóticos ocho años,- en los cuales el país caminaba al ritmo impuesto por el sátrapa, en donde no se movía una hoja sin su consentimiento, aunque ahora, en medio de esa cosecha de escándalos y corruptelas, pretende mostrarse como un estadista impoluto, cuando bien sabemos que se está destapando toda suerte de trapisondas durante su gobierno.

Como es apenas obvio, el Alto Tribunal evaluó todas las pruebas que se recaudaron en el curso de la etapa preliminar, entre ellas el testimonio de la cúpula del gobierno de turno y ninguna de ellas, según manifiesta la Corte, ofrecieron elementos de juicio alguno, por cuanto simplemente se dedicaron a repicar como loros lo que decía su patrón y para él, -su ex alteza real-, sólo era claro que su palabra sería suficiente para arrodillar a todos, y mucho más cuando pregonaba que Interpol había avalado el contenido de esos computadores, como si alguien pensaba que iban a decir lo contrario, aunque lo más extraño y ridículo de todo esto radica en que todo lo que se dice que está en esos correos no los conoce nadie, excepto, claro está, ellos únicamente y se han dedicado a despelucarse con esta decisión y muestran su irascibilidad e inconformismo por cuanto a partir de allí se desplomará la novela.

Continúa diciendo la Corte, en su explicación alusiva a su decisión, que un estado de derecho se concibe con fundamento en el respeto a la Constitución y que, tras confrontar las normas constitucionales y legales que regulan la materia, incluidos los tratados internacionales suscritos por Colombia, que hacen parte del bloque de constitucionalidad, concluyó que en ese ejercicio las autoridades que realizaron el operativo denominado "Operación Fénix", desatendieron el debido proceso que gobierna la producción de pruebas en el exterior, traspasaron las fronteras y de facto, las recogieron, lo que determinó que la Sala de Casación Penal declarara que el contenido demostrativo de esos elementos es ilegal.

Es de resaltar que en medio del zafarrancho originado por tal decisión han aflorado comentarios degradantes e irrespetuosos hacia el Alto Tribunal por parte de aquellos genuflexos a la dictadura tiránica anterior, en el entendido que se resisten a aceptar que el "todo vale" envenenó al país y casi que lo obligó a aceptar todo lo que ésta decía, sin importarle si era mentira o verdad, puesto que únicamente se resaltaban los tres huevitos, "Seguridad democrática, cohesión social y confianza inversionista", observando que ese remedo duró menos de lo que dura un merengue en la puerta de un colegio, habida cuenta que, como edificado en el desierto, esa muralla se ha venido desplomando como un castillo de naipes.

Muy a pesar de que la decisión de la Corte Suprema de Justicia pueda gustarnos o no, debemos aceptar que ellos, los magistrados, simplemente están interpretando las normas y, duélale a quien le duela, fundamentan su decisión en el sometimiento de la misma al imperio de la Constitución y la ley, tal como debe ocurrir en cualquier estado de derecho, independientemente de que al ex gobernante le entre el berrinche al que nos tiene acostumbrado y, como bien se dice "Dura Lex, Sed Lex: La ley es dura, pero es la ley".