El cobarde atentado terrorista del pasado jueves perpetrado por el ELN deja claro que la amenaza terrorista de parte de los grupos ilegales está lejos de ser derrotada. En estos momentos de consternación y dolor solo es posible expresar solidaridad con las familias de las víctimas, con las instituciones, pero además es importante rodear al jefe de estado.
Los estados no negocian con terroristas, y el demencial acto cierra toda puerta cualquier negociación con el ELN. No es el momento de buscar excepciones o interpretaciones legales audaces para abrir esa puerta, la cual espero el presidente cierre de plano inmediatamente. La posición debe ser clara para que no haya margen de error. Los colombianos esperamos que el estado reaccione con toda la contundencia de que es capaz, y comience a desarticular este grupo de narcotraficantes terroristas.
Es inconcebible que un ex negociador del proceso con las Farc salga a decir que precisamente el atentado debe hacernos reflexionar sobre la necesidad de dialogar con el ELN. Con razón la paz de Santos quedó tan mal negociada. Hay que hacer caso omiso a los consejos de estos personajes pusilánimes. Lo único que hay que negociar con el ELN es su rendición y entrega so pena de exterminio.
Por otro lado, a pesar de la monstruosidad del acto, es evidente que el atentado demuestra que el ELN siente que no está en condiciones de colocar en jaque a los colombianos y por esto recurre a la barbarie. Los colombianos podemos estar tranquilos de que nuestras fuerzas militares tienen la capacidad para combatirlos de manera efectiva.
El trabajo de la Fiscalía General de la Nación y del CTI fue impecable, y en pocas horas ya se habían dado las primeras capturas. Tal vez el momento para decirlo sea inoportuno, pero pienso que para estos casos de terrorismo debería existir la pena capital. Alguien que irrespeta la vida de las personas y de la sociedad de manera tan aberrante no merece ser tratado como ser humano, y por tanto su vida puede ser terminada como castigo por el crimen cometido. Ojala se haga un referendo sobre este tema porque creo que la sociedad en general, el Constituyente Primario, apoyaría por mayoría abrumadora la pena capital. ¡Basta ya!
No me gustan mucho las marchas, y respeto tanto a quienes las promueven como a quienes participan en ellas. De mi parte, prefiero las respuestas contundentes y efectivas por parte del estado. La marcha que encabezaron el presidente Duque y su señora tiene poco valor –el rechazo al terrorismo y a la guerrilla es un sentimiento generalizado entre los colombianos-. Puede verse como un acto de solidaridad con las víctimas y darle a la sociedad un canal de desahogo. Pero nuevamente, esto no es asunto de marchas ni de banderitas blancas.
Esperemos a ver qué sucede en los próximos días y cuáles son las acciones concretas por parte del gobierno que nos hagan pensar que el gobierno tiene una línea de acción definida y clara frente al ELN.
Que Dios tenga en su gloria a las personas que fallecieron en tan vil acto, y mi más sentido pésame a sus familiares.