Cortar por lo sano

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Cuando Néstor Humberto Martínez fue elegido Fiscal General, expresé mis reservas y objeciones a dicha elección. La tormenta desatada recientemente como consecuencia de unas grabaciones que salieron a la luz pública, pareciera darme la razón en cuanto a que mis temores eran fundados.

No se necesitaba ser adivino para saber que el nombramiento era inconveniente y que a la postre generaría situaciones que colocarían en entredicho la idoneidad moral y ética del Fiscal y la de la institución que él dirige.

Solo en un estado patrimonializado es aceptable que una persona que en su ejercicio profesional se dedicó a defender los intereses de los más poderosos, sea colocado al frente de la entidad encargada de perseguir la corrupción y el crimen. No es humanamente posible que quien fue llevado al curubito del poder por los poderosos del país, mágicamente se convierta en su perseguidor. Eso no sucede.

La pregunta queda flotando de si quien fue adalid de los intereses de los intocables del país fue llevado a propósito al ente acusador para ser garante de impunidad de sus benefactores. Los actos de corrupción se han destapado no porque las autoridades colombianas han hecho su tarea sino porque las autoridades de Estados Unidos no le han dejado otra opción.

Es muy llamativo que en los sonados escándalos, los judicializados siempre son figuras secundarias y sin importancia real: Mattos, Gerlein, y similares. Coincidencialmente, todos de la Costa Caribe como si en el Centro no hubiera corruptos, cuando todos sabemos que allá están los más grandes y los maestros del oficio. El caso Odebrecht, que ha tenido relevancia internacional, es el más llamativo en este ejercicio de crear una barrera de impunidad para proteger a los verdaderos responsables de la corrupción.

Producen risa las soluciones planteadas frente a los claros conflictos de interés del Fiscal Martínez. Unos, sugieren un Fiscal Ad Hoc, y el Procurador Carrillo, una Fiscalía Ad Hoc. La solución a medias es cortar por lo sano y que Martínez renuncie inmediatamente. En democracias que no adolecen de nuestras enfermedades, nadie hubiera tenido que sugerir que abandone el cargo; generalmente, los cuestionados personajes lo hacen por motu proprio y entendiendo que la credibilidad de la institucionalidad prima sobre cualquier interés personal.

Digo solución a medias porque el problema real no es Martínez, quien en el gran esquema del juego del poder, también es una figura secundaria e irrelevante. El problema es que en un estado capturado y patrimonializado por poderosos intereses económicos, las funciones del estado son controladas a control remoto.

La barrera de impunidad no requiere que Martínez esté al frente de la Fiscalía, esto es solo un acto de vanidad personal de Martínez. La barrera de impunidad está cimentada en las falencias de nuestras instituciones. Martínez fue nombrado para mantener la apariencia de justicia, y es así como muchos procesos contra sus conocidos duermen el sueño de los justos y nunca llegarán a ningún lado.

Por otro lado los verdaderos hampones siguen disfrutando del anonimato en las causas judiciales y siguen mandando. Al final del día, seguimos en las mismas de hace doscientos años: tratando de responder la pregunta de quién le pone el cascabel al gato.

Pasando a otro tema. Tal parece que nos gobiernan descerebrados. Acaban de aprobar la creación del Ministerio del Deporte. En la situación que vive el país y donde la directriz debería ser la eliminación de ministerios y entidades que no correspondan a funciones esenciales del estado, a nuestros genios se les ocurre crear más burocracia y gasto sin son ni ton. Me hubiera gustado que la famosa iniciativa llamada Ley de Financiamiento, hubiera sido llamada Ley de Racionalización del Gasto para colocar el énfasis de la iniciativa donde debería tenerlo.

Quien sabe cuántos más ministerios e institutos requerirá la economía naranja de Duque. Presidente, le doy un consejo no pedido. Déjese de pendejadas y de tratar de ser creativo. Si quiere hacer algo bueno por el país, simplemente retome la agenda de los tres huevitos de Uribe que fue abandonada por Santos. La agenda programática de Uribe necesita continuidad.