Las banderas del pueblo y el verdadero mensaje popular

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El Pájaro de Perogrullo

El Pájaro de Perogrullo

Columna: Opinión

e-mail: jplievano@outlook.com



En estas elecciones presidenciales Colombia se juega su futuro.

Puntean en las encuestas dos candidatos con diferentes visiones de país. Por un lado, Gustavo Petro, hábil y manipulador orador, que ha llevado a la plaza pública su mensaje político de reivindicaciones sociales. Quiere darles de todo a los pobres y desposeídos, a costillas de todos los trabajadores y los empresarios.

Se presenta ante los electores como el redentor, el mesías, aquel que encarna la solución que en 200 años de vida republicana los líderes políticos no han sido capaces de dar. Se cree heredero político de Bolívar, López Pumarejo, Gaitán, Luis Carlos Galán y hasta de Álvaro Gómez. Toma elementos del discurso político de todos ellos, con un lenguaje cautivador, popular y social, pero al final se desborda en un discurso ligero y agresivo que no da soluciones y solo pretende generar pasiones para alebrestar al pueblo y generar odios, como parte de su estrategia electoral. Incluye en su discurso lo ecológico, que está de moda, para seguir alebrestando al pueblo, con soluciones cantinflescas como la del aguacate y, maliciosamente, indica que toda la violencia y el narcotráfico se debe a la desigualdad social.

Trata de tomar distancia de Maduro y sus progenitores, Chávez y Castro, lo cual no logra. Finalmente, Chávez, quien indicaba que “el socialismo es el único camino a la paz perdurable, a la justicia social”, y Petro son lo mismo. Más que socialistas, son comunistas que creen que la solución a la pobreza y a la desigualdad social está en expropiar y contar con una economía centralizada.

Un analista político -que no recuerdo su nombre-, al referirse a Hugo Chávez, indicaba que él tenía un “proyecto de poder, no un proyecto de país”. Lo mismo ocurre con Petro, quien quiere ser presidente por su proyecto personal, de endiosamiento de su persona, y de consecución del poder per se, así haga trizas al país, sus gentes y su economía. Por otro lado está Iván Duque, un excelente candidato, gran comunicador, con una visión fresca, juvenil y ajena al establecimiento político, al haber vivido muchos años en el exterior, trabajando y estudiando, preparándose para este gran momento. Iván es un tipo sencillo, dispuesto al diálogo permanente con todos los colombianos. No es radical, ni en su pensamiento, ni en sus actuaciones.

Es ponderado, pero a la vez tiene determinación y carácter para liderar a Colombia. Representa la corriente política de la República, con banderas sociales, que no es de izquierda o derecha, sino la verdadera solución a la pobreza y a la desigualdad social. Iván hoy en día “es el que es”. Pasó de ser “el ungido”, conforme así lo cree parte de la opinión, a ser definitivamente “el elegido” por la Gran Alianza. Si las cosas siguen como van, con un estimado de votos para la primera vuelta de 17 millones, considerando que el “No” obtuvo 6.5 millones y que en la consulta participaron 6 millones, Iván tendrá alrededor de 7.5 millones de votos en primera vuelta.

Petro llegará a alrededor de 4.5 millones, lo cual lo hará acreedor al tiquete para la segunda vuelta. En la segunda vuelta, ni Iván, ni Petro, ganarán con sus propias huestes; por lo cual, se exigirá un despliegue más intenso de los candidatos para conquistar ese 30% o 40% de indecisos, que no votaron o votaron por otros candidatos en la primera vuelta, y su conquista se definirá por la percepción que se tenga de quién enarbola las banderas del pueblo y el verdadero mensaje popular.

Iván, sin caer en populismo, debe adueñarse de las banderas y el mensaje como parte de los pilares del CD, y para ello es preciso hablarles a todos los colombianos, entenderlos y mandar un mensaje contundente de que es él, con todo el apoyo de la Gran Alianza, quien tiene las banderas del pueblo y el verdadero mensaje popular.