Salario mínimo: ¿y la productividad qué?

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Escrito por:

Andrés Londoño Botero

Andrés Londoño Botero

Columna: Bitácora del primer y cuarto cuadrante

e-mail: a.londono134@uniandes.edu.co



Ya se acercan las discusiones sobre el salario mínimo en Colombia. Por una parte, los sindicatos pedirán un aumento por encima de la inflación para salvaguardar la capacidad de consumo, golpeada por la reciente reforma tributaria. Del otro lado del cuadrilátero, estarán los empresarios argumentando que la remuneración al trabajo debe ir alineada con la productividad laboral.


La discusión, seguramente, se enfrascará en argumentos para proteger el empleo, obviando factores estructurales sobre la forma en la que el país está preparando a sus trabajadores para insertarse en una economía global. Los resultados del Consejo Privado de Competitividad son contundentes, se necesitan alrededor de cuatro trabajadores colombianos para producir lo que hace uno en Estados Unidos.

Existen dos razones principales que pueden ayudar a dar luces sobre las razones de nuestra falta de productividad: 1) deficiente inversión en innovación y formación para el trabajo y 2) una alta tasa de informalidad.
Ricardo Hausmann, en un artículo publicado por Projec Syndicate, sugiere que copiar modelos como el de Silicon Valley, sin haber pasado por los pasos previos para que un ecosistema similar ocurra, es inocuo, y da sugerencias para impulsar la innovación en países en vías de desarrollo. Este economista nos recuerda que la mayor parte de las inversiones en investigación y desarrollo en el mundo desarrollado fueron impulsadas por grandes empresas, como AT&T que tenía una posición monopólica en el mercado. Esta empresa invirtió cuantiosas sumas de dinero en laboratorios y centros de pensamiento y desarrolló el fax, láseres, radares, comunicaciones satelitales, entre otras.

Lastimosamente, los monopolios colombianos poco invierten en innovación y formación de talento. La mayoría de sus esfuerzos van dirigidos a proteger sus negocios de la competencia global y sostener estructuras productivas deficientes, que les genera un mayor costo a los usuarios por un servicio de poca calidad. Es hora de cambiar la manera como miramos los carteles que dominan nuestra economía; o pasamos verdaderas leyes anti monopolios o buscamos fórmulas para que se involucren más en mejorar la competitividad laboral e innovar. Para esto, se necesita una sinergia empresa-academia-estado. Es preciso que el sistema educativo sea más pertinente y que en el trabajo se enseñe sobre las nuevas tecnologías. El sector empresarial debe definir con claridad las necesidades de talento humano, y el Estado debe dejar de ser tan proteccionista y eludir la competencia mediante barreras no arancelarias y beneficios tributarios dirigidos a unos pocos.

Por otra parte, Colombia tiene la segunda tasa de informalidad más alta de la región, superada sólo por Perú. Esto se debe a una combinación de varios factores: impuestos muy altos, deficiente sistema educativo y un salario mínimo elevado a comparación con el salario medio. Sólo en seis de los 32 departamentos el salario medio es superior al salario mínimo.

La informalidad es la principal explicación de la baja productividad; genera desincentivos a la acumulación de capital humano. Uno de cada tres trabajadores en el sector formal requiere niveles elevados de habilidades cognitivas complejas, mientras que solo una de cada seis en el sector informal las requiere. Para revertir la tendencia, es necesario buscar caminos para que estos trabajadores accedan a programas de formación para el trabajo. Políticas como los colegios en concesión y Ser Pilo Paga pueden ser efectivas para romper el círculo vicioso, pues acercan a los hijos de trabajadores informales a la educación de calidad.
La discusión sobre el salario mínimo no puede enfrascarse en los mismos argumentos de siempre. Si no se atiende el problema de la baja productividad laboral seguiremos con altas tasas de informalidad y pocas herramientas para insertarnos en la economía global.