Las cosas pequeñas hacen la diferencia y el cambio

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El Pájaro de Perogrullo

El Pájaro de Perogrullo

Columna: Opinión

e-mail: jplievano@outlook.com



Hace unos días tuve la oportunidad de ver un video de un discurso de grado de los “Navy Sea, Air and Land” o “SEALs”. Los SEALs son un cuerpo elite de la marina americana, entrenado para realizar operaciones anfibias de tierra, mar y aire.
El entrenamiento es muy duro. Pocos se gradúan. Quienes lo hacen entran a formar parte de la elite y del cuerpo más respetado de las fuerzas armadas americanas. Por ello, los SEALs son la unidad anfibia mejor entrenada, capacitada y cualificada del mundo. El discurso en referencia, simplemente en su inicio, indicaba que la diferencia y el cambio, empieza por las cosas pequeñas. Para el orador, levantarse todos los días y tender la cama hacía toda la diferencia en la actividad diaria. Una vez tendida la cama, el yo interno siente, así sea de manera mínima e imperceptible, que algo se hizo.

Y así, al regreso de un día laboral agitado, e incluso difícil y frustrante, por lo menos, se llegaba a una casa con la cama tendida. Esta simple actividad, inicia lo que los americanos llaman el “momentum”. En física se llamaría simplemente inercia, que no es más que la incapacidad de los cuerpos de modificar el estado de reposo o movimiento que tienen. Una vez el ser humano se levanta y se pone en movimiento, con esa pequeña actividad diaria, con algo que lo motive, con algo que lo emocione, sea el amor a la vida, al trabajo, o simplemente tender la cama, se despliega un estado anímico de cumplimiento, deber y responsabilidad.

En términos campesinos, es simplemente “halarle la cola al mocho.” Una vez se toma la decisión de trabajar, de tender la cama, de tomar al mocho por la cola, y de halar, hay que aprovechar el “momentum” o la inercia para seguir haciéndolo hasta que el trabajo quede completo y bien hecho. El “momentum” o la inercia hay que buscarla y mantenerla. Todas las horas del día, todos los días del año y toda la vida, sin dejarnos vencer y sin desfallecer. Pero, son las cosas pequeñas, tender la cama, arreglar la casa, lo que hace la diferencia, pues esas cosas nos hacen conseguir ese “momentum”, esa inercia, para poder hacer cosas más grandes.

Algunos podrían pensar que la vida diaria, la tragedia humana, el sin sentido humano, se refleja en el castigo a Sísifo en la mitología griega. Sísifo, por razones que acá no vienen al caso, fue condenado perpetuamente a subir una enorme roca por una colina, la cual, al llegar a la cima, rodaba indefectiblemente cuesta abajo. Así, al otro día, Sísifo tenía que volver a subir la roca cuesta arriba, repitiendo eternamente la absurda tarea, una y otra vez.  La vida diaria de cualquier ser humano, sea rico o pobre, alfabeta o analfabeta, más o menos educado, burgués o campesino, es subir cuesta arriba la roca, es halarle la cola al mocho, un día y todos los días. Lo importante, para poder realizar la tarea diaria, es empezar con las cosas pequeñas que hacen la diferencia y generan el cambio, que crean ese “momentum” o inercia, pero ante todo gozar y hacer felizmente cada tarea que se requiera hacer en el trascurso de la vida, uno y todos los días. Empecemos, por lo tanto, haciendo y gozando las cosas pequeñas que son las que hacen la diferencia y generan el cambio. Lo demás llega, manteniendo el pulso y el paso, por inercia.

Tercio Extra: Espero que la visita del Papa sea pastoral y no política. El mundo necesita un Papa misionero que predique la vida de Cristo y la existencia del Reino de los Cielos y no un Papa político que apoye a los gobernantes de turno en cada una de las visitas que realice a los distintos países.