Venezuela, la Cuba del Siglo XXI

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El Pájaro de Perogrullo

El Pájaro de Perogrullo

Columna: Opinión

e-mail: jplievano@outlook.com



Acá en Colombia todavía hay gente que dice que aquello del Castro-Chavismo es cuento. La realidad es que Venezuela, después de la elección de los constituyentes y la posesión de los mismos, terminará siendo Cuba. Se ahondará el autoritarismo y las políticas marxistas-leninistas. La Asamblea Nacional Constituyente detentará todos los poderes y será el títere de Maduro. Se acabarán las instituciones democráticas, la propiedad privada, la libertad de prensa, el derecho de reunión, los partidos políticos, etc., y el país entrará definitivamente en el comunismo y en guerra civil.
Siento un pesar infinito por el pueblo venezolano. Solo hay que ver los videos del despliegue de la fuerza pública donde se “recapturaron” a Ledezma y a López. La fuerza pública parece más una banda de forajidos, que actúan al resguardo de las sombras, que la fuerza legítima de un Estado. Disculpas varias emitió el Gobierno, a través de Tribunal Supremo de Justicia, otro de sus títeres; que Ledezma y López habían participado en política, violando los términos de la detención domiciliaria y que estaban planeando una fuga. Lo cierto es que el régimen ve pasos de animal grande. Decía el propio Bolívar que Venezuela era un cuartel, Colombia una universidad y Ecuador un convento. Si ello aplica hoy, en el Siglo XXI, lo que está por pasar en Venezuela asusta. ¿Pero cómo se llegó a esto? En el año 1992, el Teniente Coronel Hugo Chávez Frías encabezó un golpe de estado. Fue capturado en un baño del Museo Militar, asustado y suplicando por su vida, después de que se frustró el mismo. Con el barril de petróleo a menos de 10 dólares y con una crisis social sin precedentes -insignificante si se compara a la de ahora-, el Presidente Caldera decidió amnistiar a los golpistas. Después de dos años de reclusión de cinco estrellas, Chávez salió libre y logró alcanzar la presidencia en el año 1998. Y es este el error histórico. Pocos en Venezuela se opusieron, entre ellos Carlos Andrés Pérez quien, en entrevista del año 1998, vaticinó proféticamente lo que está pasando en Venezuela. Los partidos políticos y la curia, encabezada por el presidente de la Conferencia Episcopal, Monseñor Pérez, fueron títeres y cómplices del tremendo error histórico. La misiva con la que le pidieron los golpistas a Monseñor Pérez que abogara por su libertad y perdón decía: “Con la libertad de quienes nos encontramos en cada una de las ‘cárceles de la dignidad’, (…) es una fórmula para buscar la reconciliación, tranquilidad y paz social, y así poder frenar la grave crisis política que hoy atraviesa el país, con el deseo de encaminar hacia la confianza colectiva y la normalidad de Venezuela”.  Chávez, finalmente, su régimen, finalmente, se perpetuó en el poder. Lentamente, el lobo se quitó la piel de oveja. Lo que empezó como una reacción a la crisis social, y cuya bandera era la lucha contra la corrupción, terminó ahondando la crisis social y acabando la democracia. Así, la disculpa de la paz, la reconciliación, la lucha contra la corrupción y el malestar social allanaron el camino de la debacle venezolana. No nos engañemos, la democracia para los de la izquierda marxista-leninista sirve sólo para llegar al poder. Y una vez ahí, hay que acabarla, si esta sirve para cambiarlos o revocarlos. Puede llegar a ser un contra sentido la participación de marxistas-leninistas en la fiesta democrática, pues si llegan al poder, más temprano que tarde, terminan desmantelando la democracia y apoderándose de las instituciones. Así, el acuerdo Santos-Timochenko, resultado de la falsa premisa de la paz y la reconciliación nacional, será el punto de inflexión de la democracia colombiana, como lo fue la amnistía de Chávez. Al final, las Farc participarán en la fiesta democrática, con múltiples prebendas, y tratarán de volver a Colombia una Cuba, como lo hicieron el Teniente Coronel golpista Hugo Chávez Frías y su sucesor, Maduro, con Venezuela.