Prudencia, enseña Gracián

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Escrito por:

Eduardo Verano de la Rosa

Eduardo Verano de la Rosa

Columna: Opinión

e-mail: veranodelarosa@hotmail.com



Baltasar Gracián, con sus aforismos, cada día adquiere mayor presencia y relevancia. Es todo un placer disfrutar de su fina pluma, de dialogar con sus aforismos. Sí, dialogar con sus máximas, afín de comprender el sentido de lo que siempre nos quiso decir. Sus planteamientos fueron apreciados por Nietzsche, Schopenhauer, La Rochefoucauld, Madame de Sable y otros.

Todo hombre que aspire a lograr sensatez debe conocer y poner en práctica los aforismos de Gracián. Son sabiduría pura que ofrece la luminosidad que nos permite salir de la oscuridad que contiene la caverna de la ignorancia, de las que nos habla, alegóricamente, Sócrates, en el VII Libro de La república de Platón. Así nos habla Gracián en El arte de la prudencia.

Su aforismo cuarenta y siete, dice: “Huir de los asuntos difíciles y peligrosos es una de las primeras tareas de la prudencia. Las grandes inteligencias siempre dejan mucho camino libre antes de los momentos críticos: hay mucho que andar de un extremo a otro y ellas siempre están en el centro de su cordura (…) Cada peligro trae otro mayor, y aproxima al precipicio”. Reflexiono acerca de este aforismo y se me viene a la memoria Venezuela.

Cada peligro trae otro mayor, y aproxima al precipicio. Este precipicio no es otro que una dictadura, una guerra civil, un régimen totalitario y la liquidación de la democracia y del Estado Social y Democrático de Derecho. Es una guerra ‘incivil’, como decía en los años treinta del siglo pasado Miguel de Unamuno, ante la crisis española. 

Nicolás Maduro tiene una gran responsabilidad: realizar una Asamblea Constituyente con un mayoritario rechazo de la ciudadanía del hermano país es provocar una guerra civil. De hecho, el desgobierno es tal que la sociedad está fracturada en dos bandos, en el que el gubernamental tiene la  pretensión de liquidar la alternación del poder político para que su partido totalitario se eternice en el Palacio de Miraflores. Ese es el afán de la conformación de la Asamblea Nacional Constituyente.

Un paso atrás sería un acto de prudencia de Nicolás Maduro, evitaría una guerra ‘incivil’. De hecho, las masivas violaciones de los derechos humanos  de ese gobierno, responsable de más de cien muertos en las protestas es una advertencia y un botón de emergencia que recomienda parar esa convocatoria a la Constituyente y llamar a recomponer la democracia y el reino de las libertades. “Lo que se hace de prisa, de prisa se deshace”, también lo enseña Gracián.

La prudencia la enseña también Cervantes en El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha quien en uno de sus aforismos, dice: “Anda despacio; habla con reposo, pero no de manera que parezca que te escuchas a ti mismo, que toda afectación es mala”. El discurso del Socialismo en el siglo XXI que se predica, destruye a Venezuela. Es prudente escuchar las voces razonables de la oposición, del país, del mundo. Hablan y no son escuchadas.

Es el mundo entero el convocante a que escuche y evite una guerra ‘incivil’. Es Venezuela, en forma mayoritaria, la que llama a que le ponga freno de emergencia y evite lo peor. La salud de la república es el bien más preciado, lo enseña Marco Tulio Cicerón, en su obra República. Señor Presidente, en estos trágicos momentos, aprender de Gracián es un acto de sabiduría. Sea prudente. Evite la catástrofe para su país. Sea prudente, es algo humano.