La versión de Condoleezza Rice

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Condi Rice, quien en algún momento manejó la diplomacia estadounidense durante el gobierno de George Bush Jr., publicó recientemente un libro llamado Democracia.  En el analiza experimentos democráticos en el mundo desde los 1800.  Extraño que en Colombia no se haya comentado nada del libro porque el capítulo sexto está dedicado a Colombia.


Dedica las 30 páginas del capítulo 6 a mostrar como Colombia pasó de ser un estado casi fallido a uno viable.  Narra desde la perspectiva estadounidense lo sucedido en Colombia durante los últimos tres gobiernos.  Tiene imprecisiones y a veces da la impresión de ser notas viejas mal actualizadas, sin embargo, lo recomiendo.  Especialmente a todos los protagonistas del momento actual porque les falta perspectiva. 

Condi deja mal parado a Pastrana.  Dice que a finales de los noventas, y ante la evidencia de que la nueva guerra contra las drogas estaba fracasando y que Colombia estaba cayendo en el caos, “Washington decidió intervenir”.  A renglón seguido dice: “El equipo del Presidente Clinton diseñó el Plan Colombia y lo lanzó en 1.999 con apoyo bipartidista”.  Es decir, el Plan Colombia fue dictado por los Estados Unidos, y Pastrana fue solo el loro.  Probablemente se hizo así para no generar rechazo en Colombia.

Después del secuestro de Ingrid Betancourt, Pastrana fue a Washington a solicitar urgentemente ayuda militar.  Bush, al tanto de las vacilaciones y contradicciones en el manejo de las negociaciones del Caguán, pensaba que cualquier ayuda adicional era en vano.  Las FARC se habían fortalecido durante el gobierno Pastrana.  No tenía confianza en el liderazgo de Pastrana y no le iban a dar la ayuda solicitada.

Bush había llegado a la conclusión de que la lucha antinarcótico y contrainsurgencia eran lo mismo, e incluía a la guerrilla y a los paramilitares;  estaba convencido de que había que utilizar los recursos del Plan Colombia en ambos frentes.

Uribe fue elegido, y dice Condi que Uribe convenció a Bush de darle los recursos que no le iban a dar a Pastrana porque Bush vio en Uribe determinación y claridad de objetivos.  Afirma que el vínculo personal entre Uribe y Bush fue clave en la cooperación binacional.  Con respecto al Plan Colombia, le debemos más a Uribe y mucho menos a Pastrana de lo que pensábamos.

Bush le preguntó a Uribe que si en serio el creía que podía derrotar militarmente a las FARC, y Uribe gritó  (shouted) que sí.  Ya posesionado y  en visita oficial, se reunieron nuevamente, y Bush le preguntó que si era lo suficientemente duro para matar a los cabecillas de los insurgentes, ya que esa era la única forma de acabarlos, y Uribe contestó: Si, señor presidente.  Le doy mi palabra.  Actitud que contrastaba con la derrotista de los pasados presidentes colombianos.

Uribe le devolvió la viabilidad a Colombia valiéndose de las instituciones que existían.  El problema de Colombia nunca ha sido la falta de instituciones sino su debilidad.  Uribe a diferencia de otras experiencias en el continente, no sacrificó las instituciones para devolverle la seguridad al país.  Resalta que aunque Uribe declaró estado de emergencia, nunca declaró estado de sitio; la diferencia radica en que en el segundo se suspenden las garantías constitucionales.

Dice que aunque había abundante evidencia circunstancial – a lot of smoke-  de los vínculos de Uribe con el paramilitarismo, los colombianos lo reeligieron con más del 60% de los votos, así que  Los Estados Unidos optaron por lavarse las manos.  Ante la acusación de impunidad, normal en todos los procesos de paz, dice: “los lideres tienen el propósito nacional de superar el pasado y hacer avanzar al país”.

Washington reflexionando sobre la actitud paternalista que ha tenido con la región, intentó forjar una alianza con Uribe para que la intervención incluyera desarrollo económico.  La estrategia era promover la democracia y el fortalecimiento institucional. De aquí los famosos huevitos de Uribe.  El tratado de libre comercio fue parte de ese paquete.  La democracia tiene que traducirse en beneficios concretos para los ciudadanos o no sirve.

Al final del capítulo dice que la negociación de Santos es la evolución natural del proceso que ha seguido la violencia en Colombia.  El final natural, y termina diciendo: La polarización entre la izquierda y la derecha que ha caracterizado la política colombiana a través de la historia es nuevamente intensa, en la medida en que el país intenta terminar la guerra civil de una vez por todas.  Esto, sin embargo, es una victoria de la democracia, ya que el conflicto se está resolviendo en el marco de las instituciones y no en las calles, pueblos y selvas de un estado fallido.