Cosas que no pasan

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Toda mi solidaridad con Alejandro Gaviria y familia. Oraremos por ellos. La epístola del ministro Gaviria en la cual muestra su nueva faceta de escritor, será recordada no tanto por lo que dice sino por lo que no dice. No tanto por las cosas que le pasan al ministro sino por las cosas que nos pasan a los colombianos por las cosas que no han pasado en este Gobierno.


Con lo de su enfermedad, afortunadamente no le tocó ir a una EPS porque entonces otro gallo hubiera cantado. Por esto el ministro Gaviria fue diagnosticado en tiempo record. Además, nos cuenta que inmediatamente tendrá el mejor cuidado médico disponible en Colombia. ¡Para morirse de la envidia!

En contraste, miles de colombianos demoran meses para obtener una cita; muchos mueren esperándola y con la tutela de papel ya amarillento en la mano. El cuidado médico que ha recibido y recibirá el ministro Gaviria es el que deberíamos recibir todos los colombianos. La vida del ministro no es más valiosa que la del colombiano más humilde y pobre de nuestra geografía.  La salud es un derecho fundamental.

La realidad es que mientras la ciencia se coloca al servicio de la salud del ministro, a la mayoría de los colombianos nos toca aferrarnos a la fe y pedir un milagro porque no queda de otra.  En un país con tantas desigualdades e injusticias ser ateo es un lujo que la mayoría no podemos darnos.

Nos recuerda nuestro auto declarado Zaratustra que hace ya cinco años que está al frente del Ministerio de Salud. ¡Cómo pasa el tiempo! Pareciera que fue ayer que se posesionó.  Lo digo más por los resultados de su gestión que por otra cosa. Recibió un sistema colapsado y nos deja un sistema peor de colapsado. Es inaceptable que el balance de cinco años de gestión sea un libro y miles de muertos; porque la máquina de muerte –léase sistema de salud-  que Gaviria gerencia, ha dejado más muertos –comparación anual en los últimos cinco años- que el sangriento y cruel conflicto armado.

Gaviria fue llevado al gabinete porque se las sabía todas.  Hoy los colombianos sabemos que ha sido incapaz de aplicar sus formulaciones y soluciones académicas a la realidad colombiana.  Tanta sapiencia y superioridad de poco les han servido a los colombianos.

Estoy segurísimo que la afirmación de haber hecho cientos – de admirar la modestia- de amigos es ciertísima.  Es que con la gabela ministerial viene una nada desdeñable torta burocrática que estoy seguro Gaviria ha sabido econométricamente repartir para ganar afectos.  En la lista de amigos no pueden faltar los fabricantes de ibuprofeno y los dueños de las casas fúnebres e industrias asociadas. ¡Cómo les ha ido de bien en los últimos cinco años!

Dice el ministro que en su paso por el ministerio se ha acostumbrado a lo peor del corazón humano.  Por el comentario, no parece.  La enfermedad del ministro no puede hacerlo inmune a la crítica.  Ante la epístola, los medios cayeron en el nerviosismo y no saben si pueden criticar al ministro.  Truman decía: “If you cannot take heat, get out of the kitchen”. (Si no resistes el calor, salte de la cocina).  Si al ministro Gaviria lo incomodan o le hacen mal las críticas, entonces debe renunciar.  Soy totalmente solidario con la persona enferma, pero quien sea que detente la condición de ministro debe estar dispuesto a aceptar críticas, mientras estas se limiten a su gestión.  Esto es sano y necesario para el país.

Si el Ministro se hubiera dado la oportunidad de descender del Olimpo y ver el sufrimiento de los miles de pacientes que mueren sin ser atendidos  -asesinados por la desidia del sistema- tal vez no le preocuparía lo peor del corazón humano y habría enriqueciendo sus experiencias más allá de la burbuja en que ha vivido.  Hubiera notado que comparado con el estoicismo del pueblo colombiano para sufrir sin chistar tanto gobernante maleta, el de él es hedonismo puro.

¡Hay una luz de esperanza!  En su carta Gaviria habla del amor –supongo que cree en el-, entonces no está tan lejos del Camino.  ¡Ojalá se sane pronto!