Historias paralelas

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Cuenta la historia -o la leyenda- que en el año 1787, el mariscal duque, Grigori Alexandrovich Potemkin, le mostró a su amante la zarina Catalina II de Rusia, las maravillas y los pueblos idílicos que se construyeron durante su administración en la pobre y desolada Crimea. Desde la conveniente distancia a la que Potemkin la mantuvo, la zarina solo veía pueblos y habitantes muy felices; una escena paradisiaca, que a la postre resultó ser un gran engaño. Sin embargo, dice la historia, que Catalina II de Rusia murió engañada, y que gracias a esto, Potemkin pudo conservar el lugar privilegiado, que ya tenía, en el corazón de la zarina.

Esta simpática historia, pareciera ser una analogía premonitoria de lo que acontecería con Colombia durante la era del gobierno Uribe Vélez. Para conservar el paralelo, en este caso, la zarina sería la gran cantidad de colombianos que tienen una imagen favorable de Uribe, y obviamente que Potemkin sería el señor Uribe. La pregunta es si a estos colombianos adoradores de Uribe, les va a suceder lo mismo que a la zarina con Potemkin; es decir, ¿se morirán sin haber descubierto el engaño?

Creo que en aras de la imparcialidad, hay que reconocerle a la era Uribe, el que la seguridad mejorara en las zonas rurales como consecuencia de las derrotas y repliegue de la guerrilla. Esto tuvo varios efectos importantes y beneficiosos para el país, tales como la reactivación productiva del campo y la atracción de inversión extranjera directa. Creo que negar esto, es caer en fanatismos. Tampoco puede desconocerse, que lo logrado en la era Uribe, le devolvió la viabilidad -en el corto plazo- al país, y que gracias a esto los colombianos volvimos a creer en que había futuro.

Lo que tampoco puede negarse, es que el gran lunar de la era Uribe es la corrupción, que se desbordó a partir de la primera iniciativa reeleccionista. Pero hay otros lunares, tales como el alto desempleo -que nunca cedió-, la desmovilización paramilitar, que se dio a medias, como lo sabía todo el país, las chuzadas, la pelea con las cortes, la pelea con Venezuela en los términos verduleros en que se planteó, el descrédito del servicio exterior, el enriquecimiento de sus muchos amigos, falsos positivos, DNE, y muchos otros.

En estos asuntos, es normal que las personas o veamos el vaso medio lleno o medio vacío. Y esto generalmente obedece, a la postura ideológica que se tenga con respecto a estos temas. Yo soy de los que creo que el debate o análisis no puede plantearse en términos absolutistas, de que todo fue malo o todo fue bueno, sino que hay que ponderar desapasionadamente los hechos y aprender de las conclusiones a las que se llegare.

En mi opinión, el gobierno Uribe hizo cosas muy buenas pero también hizo cosas muy malas, malísimas y maquiavélicas. Estuvo rodeado de personajes de dudosa calaña la mayor parte de su gobierno, y eso que sólo hasta ahora comienzan a aflorar los escándalos. Yo soy de los que piensa que la decencia rehúye la indecencia, entonces me pregunto, si Uribe es tan pulcro y santo como muchos afirman, ¿qué hacía rodeado de, y gobernando con, hampones?

Creo que al gobierno Uribe no hay que juzgarlo tanto por lo bueno que hizo, que fue importante, sino por lo que dejó de hacer y que pudo haber hecho. La hipótesis es que si hizo lo que hizo con tan vergonzoso equipo, ¿que hubiera podido hacer, de haber estado rodeado de gente honesta, pulcra y honrada? En síntesis, fue mucho lo que se hizo, pero muchísimo más lo que se dejó de hacer. No se aprovechó el momentum en su totalidad.

Por otro lado, muchos de los logros tanto en lo social como en temas de seguridad, son victorias de corto plazo, no necesariamente sostenibles en el tiempo. Las bases sociales y económicas, necesarias para hacerla sostenibles, simplemente no se sentaron, y por eso es lógico que comencemos a ver retrocesos en algunos temas supuestamente chuleados en el gobierno Uribe. Mucho de lo portentoso que le atribuyen a Uribe, es una ilusión sin bases reales, y en el mejor de los casos, mitad verdad, con enormes problemas estructurales que son causa de autodestrucción -esto también explica los aparentes retrocesos-.

Por otro lado, la corrupción, el principal problema del país, se exacerbó durante el gobierno Uribe. Es decir, borró con el codo izquierdo lo que hizo con el derecho. La corrupción en el Estado, es el equivalente de un tsunami como el vivido por Japón en estos días. Todo se lo lleva. De hecho, el haber cohonestado tan insidiosa práctica, de cierta forma justifica la lucha armada y subversiva, ya que una de las seudo banderas de la guerrilla, es precisamente esta: la lucha contra un Estado corrupto al servicio de unas elites corruptas.

Por su temperamento camorrista y su megalomanía mesiánica, Uribe va a estar presente en la vida política de Colombia por mucho tiempo. Incluso, si no se estuvieran destapando tantos escándalos, este sería el caso de todas maneras. Bueno sería, que Uribe adoptara una posición más prudente y acorde con su estatura de ex presidente, y dejara gobernar. Me parece un ejercicio estéril, seguir dándole protagonismo a Uribe, bien sea ponderándolo o atacándolo. Creo que es sano que dejemos, que las instituciones dentro del margen de la legalidad, resuelvan lo que tengan que resolver, y que aquellos que tengan que pagar, paguen.

Por demás, ninguno de los dos bandos, querientes y malquerientes, va a cambiar de opinión. Cerremos de una vez por todas la página de la era Uribe y sigamos adelante. Conservemos aquello que hizo de bueno, y cambiemos -o no repitamos- aquello que hizo de malo.

Los colombianos necesitamos unirnos alrededor de propósitos loables y comunes. Una Colombia dividida, no puede avanzar ni prosperar. Cerremos filas en aras del progreso.