Una sociedad enferma

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El Pájaro de Perogrullo

El Pájaro de Perogrullo

Columna: Opinión

e-mail: jplievano@outlook.com



El horrendo y abominable secuestro, tortura, violación y asesinato de la niña Yuliana Andrea Samboní por parte, presuntamente, de Rafael Uribe Noguera, nos deja como sociedad con un dolor profundo e irreparable. No es posible que en nuestro país ocurran este tipo de cosas.
Yuliana tenía toda su vida por delante, un futuro para desarrollarse como mujer, madre, hija, profesional, etc., en búsqueda de su felicidad y la de los suyos, lo cual fue cercenado en despreciables acontecimientos. Como padre de familia pienso en mis hijos y me aterra de manera inmedible lo sucedido.

Me aterra pensar en los momentos de angustia que pasó Yuliana cuando fue secuestrada, torturada, violada y asesinada en manos de su presunto captor. Como resultado de ello, la familia de Yuliana quedó destruida.

Y nuestro ángel, Yuliana, murió indefensa entre los más horrendos sufrimientos. Esto es inaceptable y no se puede tolerar.

La sociedad entera debe levantarse y solicitar justicia para Yuliana y todos los niños de Colombia. Yuliana, y los niños de Colombia que son secuestrados, torturados, violados y asesinados, deben ser nuestro norte para buscar unas políticas públicas adecuadas para la protección de nuestros menores. Los niños son nuestro presente y nuestro futuro y su seguridad debe ser lo que nos dé el aliciente y coraje para decir no más y tomar las medidas que sean requeridas.

Por ello, si el presunto culpable es de estrato 6 o no, o si ha tenido oportunidades para educarse o no, como sociedad, nos debe ser indiferente. En este sentido, quien haga este tipo de horrendos crímenes, debe responder ante la ley, sea quien sea. Este tipo de crímenes, de hecho, son el resultado de una sociedad enferma, no solo porque la sociedad en la que vivimos produce individuos de este tipo, quienes cometen estas atrocidades, sino también porque se juzga a los criminales según sus motivos y/o circunstancias, lo que implica que la vara con la que se mide a los criminales no es la misma.

De hecho, secuestrar, torturar, violar y asesinar a menores, sea cual sea el motivo por el que se haga, dentro de un contexto político o no, y/o por utilitarismo, depravación o placer, es sencillamente igual. Los niños, nuestros niños, se protegen, no se secuestran, torturan, violan y asesinan.

Si nuestra sociedad no logra entender que las conductas de la guerrilla, respecto a los menores de edad, son igual de repudiables a la conducta cometida sobre Yuliana, tenemos una seria enfermedad social de inversión de valores. En realidad, no se trata de politizar o usar lo ocurrido con Yuliana en el contexto del acuerdo final con las Farc. Se trata simplemente de analizar los valores y las medidas sociales y los resultados de las conductas.

Los valores y las medidas deben ser iguales, la seguridad y la protección de nuestros hijos y el castigo de los responsables. La conducta, el secuestro, tortura, violación y homicidio, son las mismas, y el resultado el mismo. ¿Entonces por qué unos pagan por sus delitos y otros no? ¿Por qué pedimos como sociedad que en unos eventos caiga todo el peso de la ley y en otros no? ¿El hecho de que las conductas sobre menores, niños inocentes, ángeles como nuestra Yuliana, las realicen la guerrilla de las Farc las exculpa y les da derecho a perdón y olvido o penas reducidas o sin cárcel? La sensatez nos obliga a decir que no. Todos los menores deben ser protegidos por la ley.

Son nuestro futuro y nuestros ángeles y a los autores de tan horrendos crímenes, sean parte o no de un grupo guerrillero, les debe caer todo el peso de la ley, sin distinción.