De La Habana viene un barco cargado de … (Punto 4)

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El Pájaro de Perogrullo

El Pájaro de Perogrullo

Columna: Opinión

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Causa desazón el título “Solución al Problema de las Drogas Ilícitas”. Se pretende, de una manera rimbombante e ingenua, dar “solución” a lo de las drogas ilícitas con las FARC, cuando en realidad no se va a solucionar nada por la salida de las FARC del negocio, y lo refiere como un inconveniente o un “problema”. Las drogas ilícitas, en sí, son el meollo de toda la situación de orden público. Las FARC pasaron a ser un grupo insurgente, con algunas reivindicaciones de tipo social, a ser un cartel de la droga. Y esa es la realidad, así la disculpa de la paz lo cubra y justifique todo.

Las drogas no sólo son el combustible de la actividad ilícita de las FARC, sino también el centro de operaciones de control social y territorial. En el texto las FARC no asumen ninguna responsabilidad, simplemente se indica que las drogas han alimentado y financiado el conflicto interno. Es decir que lo que ocurrió, simplemente ocurrió, y que las FARC, en función de la rebelión, utilizaron las drogas para financiarse. Esto implicaría que las FARC no serían responsables de los crímenes ambientales, de las minas para proteger los cultivos, de haber tenido cultivos propios, de extorsionar y/o tener en la nómina a terceros cultivadores de drogas ilícitas, de comercializar drogas ilícitas, etc., y como consecuencia estos delitos serían parte del conflicto y conexos a la rebelión, con todo lo que ello significa no solo para las FARC, sino para el colectivo social. Debe quedar claro que, parte importante, sino la más importante, del subdesarrollo del campo y en especial de estas zonas de cultivo, es precisamente la actividad de las FARC.

Pero irónicamente serán estas regiones el epicentro y comienzo de la actividad política y la revolución socialista del siglo XXI de las FARC, por todo lo que podrán reivindicar en el postconflicto. De hecho, en menos de lo que canta un gallo, el Gobierno compró la teoría de que la “Solución al Problema de las Drogas Ilícitas”, más que una actividad de policía y de cumplimiento de la ley, es un problema social, en el cual las FARC nada tuvieron que ver y no crearon, y que se requiere una concertación comunitaria con los cultivadores, a través de la creación de entes para-estatales a nivel local, para la sustitución de cultivos voluntaria y concertada, dejando a nivel local y al querer de las comunidades lo que debería ser una política nacional. Incluso, las FARC lograron que el Gobierno renuncie a la acción penal en contra de los cultivadores, quienes prácticamente, sin que se separe el grano de la paja, adquieren categoría de “víctimas” y como consecuencia no serían responsables, se les justificarían y se les perdonarían las violaciones a la ley. Y como no hubo acuerdo sobre la aspersión, no se entiende bien como se manejará y si quedaría o no proscrita. Así, de La Habana viene un barco cargado de ayudas, concesiones y perdones para las FARC y todos los cultivadores, lo cual podrá incluir pagos para la sustitución de cultivos y contendrá bonos de mercado, ayudas para proyectos productivos y, en general, inversiones en esas regiones que serán reivindicadas por las FARC. Todo lo anterior, con estrategias de comunicación para promover la sustitución de cultivos donde las FARC tendrán un role determinante en su difusión.

Como se puede apreciar, nada se indica del negocio per se, de la delación de los cómplices, de la entrega de información sobre las rutas y de la entrega de los dineros que hubieren obtenido. Como piezas finales tenemos el fortalecimiento de la lucha contra el tráfico de drogas y el lavado de dinero –por su puesto a futuro-, pero dando un tratamiento diferenciado a los cultivadores y pobladores rurales, el consumo tratado como un asunto de salud pública y no de policía, la tolerancia al uso ancestral de la coca, la lucha contra la corrupción asociada al tráfico de drogas y el diálogo internacional (especialmente en la CELAC, la OEA y UNASUR) para reflexionar y re-orientar la política antidrogas. Como se aprecia, el Gobierno construyó y entregó la política pública de drogas ilícitas en el AF, lo que se debería haber debatido y construido en el Congreso, y de las FARC se obtuvo nada de nada.