Ante la evidencia de que Colombia se ha convertido nuevamente en un mar de coca, el recién elegido Fiscal General se fue lanza en ristre contra la erradicación manual, de la cual dijo es un rotundo fracaso, y pide que se vuelva a la aspersión aérea.
La petición no deja de suscitar polémica porque hay un sector que sostiene que la aspersión no solo causa daños a la salud humana sino también al ecosistema. El Fiscal, dijo que nunca había dicho que se volviera al glifosato sino a otra sustancia que está “demostrado” no es nociva para los humanos o el ecosistema.
El Embajador de los Estados Unidos dijo que el glifosato es inofensivo, y podría volver a ser utilizado con toda la tranquilidad del caso. El senador Galán, dijo que el problema no son las maticas de coca de los pobres campesinos sino los cristalizadores -unos mil según él-, y que es en estos últimos donde están los delincuentes. Ahí es donde tenemos que focalizar la lucha.
Al Embajador de los Estados Unidos y a todos aquellos que sostienen –estudios en mano- que el glifosato es inofensivo, les propongo que nos lo demuestren ingiriendo alimentos que hayan sido expuestos al glifosato y que se den baños del mismo por los próximos diez años. Si no les pasa nada, entonces la evidencia es sólida y hay que creerles. Asimismo, si el Fiscal cree que el nuevo químico es inofensivo, pues que él y sus familiares se sometan al mismo tratamiento, y en diez años me cuentan. Nos creen pendejos.
La verdad señor Fiscal General, tanto la aspersión como la erradicación manual han fracasado en Colombia. La extensión de los cultivos ilícitos es una prueba de que ambas estrategias han fracasado. Me parece a mí, que la aspersión aérea produce resultados en el corto plazo, pero no va al corazón del problema y que además tiene efectos que aún desconocemos en el medio ambiente y la de las personas y los animales.
Me gusta la erradicación manual porque implica trabajar con la comunidad y porque es un método que no utiliza químicos. Parte del problema que tenemos los colombianos es que nos la pasamos dando tumbos porque no conseguimos resultados inmediatos. Si esto no funcionó ayer, intentemos esto otro, y así sucesivamente.
El Fiscal General, en vez de estar pensando en cambiar de estrategia, debería estar pensando en que es lo que tenemos que hacer para que la estrategia de la erradicación manual funcione. Se debe revisar toda la estrategia, pero no abandonarla. Es la estrategia correcta y hay que hacerla funcionar aplicando los correctivos del caso.
Las preocupaciones o críticas del Fiscal son justificadas, y creo que es acertado convocar nuevamente a que se revise el tema. Donde creo que se equivoca es en pensar que la aspersión aérea, con el químico que sea, es una opción. Ni con Coca Cola.
En síntesis, la estrategia de la aspersión aérea está condenada al fracaso per secula seculorum, mientras que la de la erradicación manual no; solo que la segunda toma tiempo.
Es evidente que la estrategia de erradicación manual fue mal diseñada y pésimamente implementada. Lo irónico del caso, es que el Fiscal le pide a los mismos que diseñaron mal la política de erradicación, que la revisen. Le doy unas pistas señor Fiscal. La estrategia no ha funcionado porque fue diseñada por técnicos y burócratas capitalinos, probablemente con apoyo de alguna institución internacional, que no tienen la menor idea de cómo es el asunto.
Le doy otras pistas, muchos de los miembros de las Farc tienen el conocimiento y capacidad para ayudar en esta labor. Tenemos que involucrar al campesinado y a las comunidades afectadas en el diseño de la estrategia. En otras palabras, menos técnicos y burócratas desafectos, y más pueblo; tenemos que apostarle a la campesinocracia, que es la que conoce el tema.
Desafortunadamente, la mejor estrategia, y la más efectiva, no es aceptable política ni diplomáticamente, la cual consistiría en crear una sobreoferta -sostenida por algún tiempo- de hoja de coca, para que quiebren los que la siembran. La ley de la oferta y la demanda. La segunda mejor opción es la erradicación manual.