Don perico de los palotes

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



El último capítulo de ese experimento surrealista y a veces absurdo llamado Colombia, es el descubrimiento de que en el país de los doctores donde pocos lo son, el doctor Peñalosa si es doctor pero no es doctor, es decir no tiene un PhD.

 

Desde la época de la conquista cuando nuestras tierras fueron invadidas por nobles con títulos nobiliarios piratas, cuyos descendientes de sangre azul se pasean flemáticos y arrogantes por nuestras calles, Colombia ha estado obsesionada por los títulos. En Colombia, en donde los unos a los otros nos llamados doctores y en donde todos ficticiamente descendemos de la realeza, un saludo de doctor o doctora no se le niega a nadie.

Idiotas los desquiciados que se van a pagar unos doctorados carísimos en el extranjero y gastan un pocotón de años comiendo libros con el inconveniente adicional de tener que aprender otro idioma y otra cultura, cuando lo importante es el título, y aquí en Colombia lo dan gratis y automáticamente. Aquí todos somos doctores Honoris Lambonis Causa, que en vernáculo quiere decir: en honor a la causa de los lambones.

Cuando uno ve las cosas de esta manera, entiende la envidia y la rabia de los ridículos que escribieron la carta, dizque doctores de verdad, porque se sintieron engañados y hasta se atrevieron a pedir la renuncia del doctor Peñalosa – ¡háganme el favor! - que dizque porque en otros países los funcionarios se caen por mentir en sus credenciales. Dijeron bien: en otros países porque aquí en Colombia lo único que se cae son los puentes y las puchecas. ¡Qué renuncie la mamá de ellos!

Yo intuyo que lo del doctor Peñalosa es una trapisonda de algunos medios capitalinos. Me huelo una trampa como la que le tendieron a la nunca bien ponderada doctora Lozano Doria, quien después de haber sido fiscal por más de una década se enteró de que la tarjeta profesional de abogada con que ejercía era pirata. ¿Cómo se atreve alguien a perjudicar así a una funcionaria que ha ejercido con lujo de detalles su función de perseguir el delito en todas sus formas? Y en este país, cuyo patrono por derecho propio debería ser Judas el Iscariote, ahora ya nadie la conoce ni la recomendó, y el falsificador no aparece.

Al final, los doctorados en nuestro medio están sobrevalorados. Por ser tan escasos, la idea ha sido distorsionada y mal entendida. Los doctorados son requisitos para los que quieren la academia o la investigación, pero no es requerido en otras áreas en donde tiene poco valor agregado y en donde son más importantes otro tipo de competencias.

Los doctores que eligen la academia se dedican a formar profesionales excelentes, a investigar y a publicar. Otros optan por la investigación pura. Y paren de contar; el presidente de un país, el alcalde de una ciudad, el gerente de una empresa no necesitan un doctorado.

Por esto no entiendo cuál es el supuesto beneficio que el inexistente doctorado de Peñalosa le aportaba a Bogotá; pues ninguno. Esto no lo haría mejor o peor alcalde. Más bien agradezcan que por lo menos sepa leer y escribir porque casos se han visto y por ahí hay más de un mandatario local incapaz de escribirle una carta coherente y sin faltas de ortografía al Niño Dios.

Como dije antes, aquí lo que hay es una conspiración castro-chavista maquillada como denuncia, para esconder la agenda política Anti-Muñeco Junior. Obviamente, nunca faltan los idiotas útiles -eunucos intelectuales disfrazados de doctores- sedientos de exhibicionismo mediático y dispuestos a hacerle el mandado a sus patrones. Siempre será mejor y más fácil gobernar con los medios a favor, pero la realidad es que esto no siempre es posible, máxime cuando se tiene historia y se han pisado callos – a la madrileña- en el pasado, como es el caso del doctor Peñalosa. Lo único cierto es que por mal que le vaya a Peñalosa, doctor o no doctor, para Bogotá ya es ganancia después de las tres consecutivas y desastrosas alcaldías de la izquierda.

 

Por: German Vives Franco
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