Sociedad del conocimiento

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Andrés Londoño Botero

Andrés Londoño Botero

Columna: Bitácora del primer y cuarto cuadrante

e-mail: a.londono134@uniandes.edu.co



La tecnología está transformando diversas facetas de la vida humana. No obstante, muchos sobrestiman su papel sobre la competitividad económica. El paso del modelo de economía forista a la sociedad del conocimiento ha puesto al individuo como eje central del progreso económico, la tecnología es sólo una herramienta para potencializar sus habilidades.

 

Primero hay que hacer una distinción. No es lo mismo información que conocimiento. La primera es factual y de fácil acceso gracia a la tecnología. El conocimiento es específico a las personas y empresas, pues es producto de la técnica, práctica e investigación. La tecnología puede facilitar la práctica y la investigación, pero no garantiza la generación de conocimiento en un lugar específico. De hecho, para que exista innovación debe haber personas dedicadas por mucho tiempo a entender un fenómeno, pues ésta proviene 90% de la técnica y 10% de la creatividad.

Florida (2012) ha identificado un grupo de personas que generan conocimiento en un lugar específico, y los ha denominado la clase creativa. Los pertenecientes a ella provienen de diversas profesiones y contextos socioeconómicos. Lo primero que busca este tipo de personas son lugares con espíritu, que sólo se logran cuando hay diversidad étnica y cultural que generan una gran variedad de expresiones artísticas e intercambios de ideas.

Las personas creativas prefieren lugares con una gran oferta de ocio como pequeños cafés, galerías, restaurantes y pequeñas salas de conciertos. Ellos están transformando los antiguos centros de importantes ciudades en entornos atractivos con una gran oferta de ocio. Los cafés y restaurantes se han convertido en puntos de encuentro para conversaciones informales que permiten el intercambio de ideas que desembocan en innovaciones y acumulación de conocimiento.

También, las relaciones laborales se están transformando. A estas personas lo les gustan los formalismos de antaño, prefieren formatos de conversaciones informales a las clásicas conferencias, así mismo aborrecen los códigos de vestimenta. Tampoco les gusta ser micro administrados ni el otro extremo, abandonados. Generalmente son personas motivadas que quieren administrar su propio tiempo. No les gustan las órdenes pero sí tener un rumbo fijo.

En suma, la sociedad del conocimiento responde a la tensión histórica entre dos sistemas de valores: la ética trabajadora del protestantismo y la ética bohemia. La primera supone que el fin último de la vida es el trabajo duro. La ética bohemia es más hedónica y se basa en la felicidad y el placer. La clase creativa logra balancear ambos sistemas de valores. Hay que entenderlos para crear ciudades atractivas para ellos.



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