Juego de naipes.

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Lopez Hurtado

José Lopez Hurtado

Columna: Opinión

e-mail: joselopezhurtado13@yahoo.es



El inicio y  terminación de la época de oro de la literatura regional conocida como el Boom latinoamericano, con García Márquez, Uslar Pietri, Cortázar, Fuentes, Miguel Ángel Asturias, Vargas Llosa, entre otros, coincide en sus tiempos con el fin hacia 1971, de la percepciones liberales del régimen de Cuba, así como el auge de la doctrina revolucionaria impulsada por Chávez, comienza a desmoronarse paulatinamente, en los países de nuestro entorno que se alimentaron de su ideología, en pulsos y momentos similares.

 

Argentina,  tras doce años de inspiración bolivariana, recoge sus restos de populismo desenfrenado, sumida en la más grave incertidumbre económica, y nadando en un océano de escándalos y de corrupción oficiales, que se presentían, pero que solo ahora, ad portas de la instalación del nuevo gobierno, comienzan a conocerse en su verdadera magnitud. Igual que Brasil, que prefirió abandonar su propia doctrina, la del Partido de los Trabajadores (PT), de todas maneras, de avanzada y de reconocidas conquistas populares, para apostatar de su credo, y  entregarse al ideario del fallecido padre de la revolución bolivariana, terminando exhausto con los  pulmones rotos, sin oxígeno, sobreviviendo en las aguas procelosas de investigaciones por corrupción que hoy tienen a Dilma Roussef, al borde de un proceso de Impeaechment, lo cual colocaría al país en una impredecible condición de inestabilidad política.

En Nicaragua, otro de los satélites de nuestra revolución tropical, Ortega, afronta --como desde los mismos inicios de su gobierno-- las más duras críticas por su ataque a la oposición y por  el desconocimiento de sus garantías constitucionales, que le ha valido serios reparos de la Iglesia Católica, la que acaba de recoger sus reclamos en un documento episcopal que busca que el gobierno dé un viraje sustancial en temas como el de la mujer, el de libertad de conciencia, el de respeto a la familia y su intimidad, el de esterilización forzada de algunos segmentos sociales en centros de salud, denunciados con mucha frecuencia, así como la reiterada protesta por mejores condiciones de vida para la inmensa mayoría del pueblo, sometido a un régimen familiar de hambre y desolación.

Correa en Ecuador, en medio de protestas populares que exigen mejores condiciones de vida, se defiende en su decir de los "golpes blandos", y el "calentamiento de las calles", alimentados por los gobiernos progresistas del Continente. Bolivia, con Evo en reelección indefinida, mantiene un pronóstico reservado. Pasos ya conocidos, que conducen inexorablemente a que el pueblo cobre los abusos de sus gobernantes en ultimas, "por ventanilla", y a la primera oportunidad que se le presente.

 Comienza a  desmoronarse, de esta manera, en América Latina, como cualquier juego de naipes, el esquema político que se había dibujado desde principios de siglo por los líderes revolucionarios del chavismo y que se hizo trizas la semana pasada tras el valiente y contundente triunfo de la oposición venezolana, enfrentada ahora al enorme desafío de reconstruir la nación, en un dilema que se resuelve entre negociación o guerra, lamentablemente.