Las cosas por su nombre

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El Pájaro de Perogrullo

El Pájaro de Perogrullo

Columna: Opinión

e-mail: jplievano@outlook.com



Sorprende muchas veces la forma en la cual se utiliza el Castellano para denominar o nombrar de una manera más "civilizada" algunas realidades incómodas.

Esa voz o expresión más suave y políticamente correcta se denomina eufemismo. Los hay a raudales.

Las prostitutas puede denominarse eufemísticamente como trabajadoras sexuales, la pornografía como material para adultos, el aborto como una interrupción del embarazo, el borracho como alguien pasado de copas, los pobres como los económicamente débiles, las cárceles como centros de readaptación social, los países pobres como los países en vías de desarrollo, y así sucesivamente. No necesariamente los eufemismos son de suyos malos.

Ayudan a hacer más tolerable la vida en sociedad pero, si se utilizan de una manera inadecuada, pueden llegar a distorsionar la realidad, situación en la cual las cosas no se verían como son y no se les darían las soluciones que los problemas ameritarían.

Esto podría desembocar en que el lenguaje mismo podría ser usado como herramienta de manipulación.

En el ámbito político se utilizan de manera aberrante los eufemismos, sea porque los usan algunos medios de comunicación, en apoyo al Gobierno, o porque los utiliza el Gobierno para "endulzar" y hacer que sean políticamente correctas sus acciones.

Pero, repito, el problema radica en que se disfrazan las realidades y por ello tienden a ser erradas las soluciones a los problemas. Los eufemismos mayores, Madre y Padre de todos en nuestra Colombia actual, son la denominación de "grupo insurgente" a las Farc y la existencia de una "guerra" del Estado contra ellas.

Estas denominaciones distorsionan la realidad conforme a que las Farc en la actualidad son simplemente narco-terroristas. Fueron un grupo alzado en armas, creado por la realidad política y las tendencias globales de los años 60’s, que pretendió por medio de la violencia obtener el poder. Pero el mundo de los años 60’s es muy diferente al mundo actual.

Los ataques contra la infraestructura y la población civil se denominan terrorismo y el negocio alrededor de la coca se denomina narcotráfico. Y estas conductas no son más que delitos y quienes las cometen son delincuentes.

No hay tampoco en la actualidad guerra alguna, solamente el legítimo uso de la fuerza del Estado en defensa de los ciudadanos y sus bienes para que los delincuentes sean llevados a la justicia.

Esos son entonces los eufemismos mayores, alentados por algunos medios de comunicación, y que el Gobierno Santos hábilmente ha utilizado para justificar las negociaciones y las concesiones en La Habana y acabar con la "guerra". Se prestan entonces los eufemismos para la manipulación y consecuentemente para que no se implemente la solución adecuada.

La solución no está en la mesa de La Habana, para que 10 000 delincuentes le impongan condiciones a 45 millones de colombianos.

La solución está en hacer cumplir la Constitución y la ley, haciendo un uso legítimo de las armas del Estado en defensa de la vida, honra y bienes de los ciudadanos, para que los delincuentes se sometan más temprano que tarde a la justicia y en las condiciones que imponga el Estado que sean adecuadas para el grueso de los Colombianos.

Y ni hablar de los otros eufemismos políticos como son la "Reforma para el Equilibrio de Poderes", que nada equilibra, o la Comisión de la Verdad, que es una comisión de reivindicaciones de las Farc, que servirá para justificar un "derecho a la rebelión" (derecho a delinquir) y los "actos de guerra" (terrorismo) y responsabilizar a otros de la violencia. Por todo esto las cosas por su nombre, por lo que son, y no por el eufemismo político que disfraza y no aporta ninguna solución.