Poza Encantada, un lugar para ser uno con la naturaleza

Para acceder al sitio se deben pagar $5.000 por persona.

La Guía Turística
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A 37 kilómetros de distancia de la zona urbana de Santa Marta se encuentra este lugar, oculto entre la vegetación y un paisaje singular, un recorrido recomendado para quienes buscan espacios distintos a la playa.


A sólo dos kilómetros de la entrada del Parque Tayrona se esconde la Poza Encantada, un sitio que hace honor a su nombre, otorgado por los hermosos paisajes que se esconden en medio de las rocas, en la vereda Mendihuaca.


Este destino se ha vuelto popular entre los visitantes que llegan a Santa Marta buscando opciones diferentes al distintivo paseo de playa, sol y arena. La poza, como su nombre lo indica, es el sitio en el que se acumula el agua proveniente de una cascada, que, a su vez, se alimenta del río Mendihuaca. Sus senderos permiten a los visitantes mantenerse en contacto directo con la naturaleza, mientras se percibe la armonía del entorno, acompañado con el sonido de las corrientes de agua que atraviesan el terreno tropical.

La entrada a este lugar de encanto se encuentra del lado derecho de la carretera que dirige hacia el departamento de La Guajira, un colorido mural marca el punto exacto en el cual se debe hacer una parada para adentrarse en el camino que dirige a la laguna.


Para arribar hasta el lugar de acceso, también se puede abordar un bus en la terminal del Mercado Público con destino a Palomino, por costo de $8.000.

Precios y características del destino

A pocos metros del citado mural se deben pagar $5.000 por persona, con los cuales les darán acceso a la ruta que abre el camino hacia el balneario. De acuerdo con Manuel Gutiérrez, presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda, el dinero que aportan los visitantes va destinados a la limpieza y mantenimiento de las vías de acceso, así como las necesidades de la comunidad inmediata.

El primer tramo, desde el punto de pago, se puede recorrer en alrededor de 15 minutos en moto o carro, preferiblemente con tracción, pues se trata de un trayecto que no tiene pavimento. Hacia el final del camino hay una zona de parqueo en donde se deben cancelar otros $5.000 para dejar el vehículo.

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Desde allí, empieza la parte del sendero que, obligatoriamente, debe recorrerse a pie. Son cerca de 20 minutos andando hasta llegar al destino final: una poza de agua fresca y cristalina, rodeada de un paisaje único.

Para nadar en el sitio se recomienda precaución, debido a que se trata de un cuerpo acuático con gran profundidad y la zona no tiene servicio de salvavidas.

Aunque la laguna es el principal atractivo, lo cierto que es que la sitio tiene distintos espacios para tomar un chapuzón en compañía de familiares y amigos.

Ya adentrados en el camino, no hay lugar para comprar alimentos, razón por la cual se recomienda llevar provisiones para el consumo propio, manteniendo la limpieza de la poza.

Esta, definitivamente, es una experiencia que vale la pena vivir; es un sitio que te permitirá desconectarte del ajetreo de la ciudad, para encontrarte contigo mismo y reconocer la belleza oculta que tiene para mostrar la capital del Magdalena.






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