Tranquilo Bobby

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Fuad Chacón Tapias

Fuad Chacón Tapias

Columna: Opinión

e-mail: fuad.chacon@hotmail.com



A muchos nos dio una sirimba ese jueves en la mañana tras la pomposa rueda de prensa con la cual se cortó el listón oficial de los diálogos de paz. No era para menos, pues no estábamos preparados para muchos eventos que allí sucedieron. Caímos redondos como una guanábana frente a nuestros televisores, será la presión de una paz lejana que añoramos a rabiar o a Colombia se le subió la bilirrubina.

A Humberto de la Calle fue el primero que le entró la calentura y fuimos testigos en alta definición de cómo se iba poniendo blanco como bola de naftalina. Encarnaba la perfecta indignación de un país que se desilusionaba de nuevo con cada sílaba del discurso de Iván Márquez, percibido con la misma atención del recepcionista que escucha la lotería. Los habían llevado a una negociación de gente, supuestamente, donde se respiraba todo menos la intención real de una solución duradera al conflicto.

Aquel día fue diametral la divergencia de posturas que existen entre el Gobierno y la guerrilla en este neonato proceso. Las cartas se destaparon y vimos que los puentes que han de tenderse entre ambas orillas requerirán toda la ingeniería política que tengamos a la mano, no sólo por lo arriesgado de la maniobra sino también por lo irreconciliable de algunos extremos que se pretenden acercar.

Soy escéptico con esta apuesta por la paz, no lo niego. En principio porque tiene un leve tufillo a cálculo político reeleccionista que hiede a leguas desde Noruega, pero también porque lo sembrado en Europa la semana pasada fueron más dudas que certezas, esto alrededor de una iniciativa que pasó de sepulcral secreto de estado a show mediático de índole internacional.

No me malinterpreten, ansío que esta aventura emprendida por el Presidente Santos llegue a buen puerto por el bien de la Nación, pero siento un desabor inevitable al concluir que el afán de los unos no se ve correspondido por la parsimonia de los otros. Esperemos que lo visto y lo dicho sólo sea una bravuconería típica entre boxeadores que se muestran los dientes para pasar por rudos en la foto oficial previa al combate.

Sólo el tiempo dirá si este episodio se sumará a nuestro grueso y nada halagador prontuario de fracasos, a esa montaña de promesas quebradas en la que ya casi no se ve la cima. La fe del país está en juego una vez más, con la entereza y valentía de los corazones rotos que se dan la oportunidad de volver a amar. Ha iniciado este pulso en un ambiente nada convencional y enrarecido por las torres de energía que se dinamitan a diestra y de los cabecillas que son dados de baja a siniestra. La suerte está echada.

"¡Qué alguien se apiade de nosotros!" Grita Colombia perdiendo el sentido. Entonces Jesús Santrich se acercó al micrófono con sus gafas negras y dijo "Tranquilo Bobby, tranquilo". Humberto De la Calle abrió los ojos como luna llena y se agarró la cabeza… Porque es muy duro pasar Oslo en bicicleta.