Caída de desempleo en Santa Marta… una verdad a medias

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Escrito por:

Veruzka Aarón Torregrosa

Veruzka Aarón Torregrosa

Columna: Opinión

e-mail: veruzkaaaron.t@gmail.com

Twitter: @veruzkaaaron


El Dane en su último informe dio a conocer que Santa Marta se ubicó con un 8.8%, como la ciudad con menor desempleo entre ciudades capitales y sus áreas metropolitanas, para las cuales el promedio fue de 11%. La caída del desempleo, es una buena noticia para la ciudad. Sin embargo, este importante indicador del mercado laboral y de la economía en general, no debe analizarse de manera aislada, pues existen categorías relacionadas que además de complementarlo, brindan elementos para una comprensión más clara de la realidad social y económica. Hablar de desempleo sin considerar los resultados de la informalidad y el subempleo, es caer en la trampa de las verdades a medias, útiles para distraer a la opinión pública pero no para corregir el curso de acciones, o en el caso de Santa Marta, de la inacción institucional.

Resulta útil citar aquí la aproximación que García et al., 2008, hace de los conceptos de informalidad y subempleo, en el artículo “Informalidad y subempleo en Colombia: dos caras de la misma moneda”: “[…] la Informalidad y subempleo son las variables tradicionalmente utilizadas para agregar (incluir en la medición) los empleos de baja calidad. […] la informalidad mide la baja calidad desde el punto de vista de la demanda […], mientras que el subempleo capta la baja calidad del trabajo desde la visión de la oferta […].” Estas dos categorías, son al parecer, las formas que emplea la institucionalidad para maquillar la precariedad del mercado laboral tanto en materia de ingresos y estabilidad laboral como de competencias productivas.

Dados los conceptos antes mencionados, se hace necesario analizar además de los resultados del desempleo durante el periodo en que se registra la caída de este indicador en Santa Marta (trimestres dic/2022-feb/2023 y feb-abr/2023), los de la informalidad y el subempleo. Según el Dane en dicho periodo el desempeño de la ciudad en estas tres categorías, fue: reducción del desempleo al pasar de 9.5% al 8.8%, al tiempo que el subempleo y la informalidad crecieron del 9.3% al 10.2% y del 62.9% al 63.9%, respectivamente. Mientras el desempleo disminuyó en un 0.7%, el subempleo aumentó en un 0.9%, y asimismo, la informalidad en un 1.0%. Lo anterior, permite inferir que el empleo que se genera en la ciudad es de baja calidad, tanto desde el punto de vista empresarial como del trabajador.  

El economista Thomas Piketty, señala en su libro “Una breve historia de la desigualdad” (2021), que “[…] la elección de los indicadores socioeconómicos es una cuestión eminentemente política: ningún indicador debe sacralizarse, y la naturaleza de los indicadores elegidos debe estar en el centro del debate público y la confrontación democrática.”

La Alcaldesa, eligió en esta oportunidad el desempleo como el indicador para obtener réditos políticos. Pero como señala Piketty, ningún indicador debe sacralizarse. Debe abrirse el debate público sobre el desempleo, y que el Gobierno Distrital, asuma no solo los méritos sino las responsabilidades del fracaso de la baja calidad que demuestra la generación de empleo en la ciudad.

Las cifras no mienten. Todo lo contrario, reafirman una realidad que está en las narices de los samarios y que ya hace parte de la cotidianidad, pero a la cual la ciudad no debe resignarse. ¿Será que la alcaldesa Virna Johnson, cuando manifiesta, “Seguiremos con las estrategias desde los Gobiernos del Cambio y trabajando con los gremios”, se refiere a los vendedores –cada vez más jóvenes- de aguacates, limones, etc.? ¿Se refiere a aquellos que en general viven del “rebusque”? 

La realidad, señora Alcaldesa, es que estas cifras lo que reflejan es la capacidad de resiliencia de un territorio, de unos sectores económicos y de una sociedad, frente a los impactos causados por eventos inesperados como la pandemia y las fallas de un gobierno que como en el suyo, la planificación y la aplicación de políticas públicas que fomenten el desarrollo y competitividad, han estado ausentes.



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