Aires navideños

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Joaquín Ceballos Angarita

Joaquín Ceballos Angarita

Columna: Opinión 

E-mail: j230540@outlook.com


Ilusiones, recuerdos, ensueños, cada año traen ellos. Son los cíclicos infalibles antecesores de la rememoración del trascendental suceso que seccionó la cronología de la cultura cristiana universal: El advenimiento de Jesús, hombre-Dios, el hijo del Señor; portento cumplido en el portal de Belén, según el plan divino. Acaecimiento narrado por actores presenciales veraces y soportado en el inconmovible acervo testimonial valorado rigurosamente por la ciencia y la más pura y severa conciencia eclesiástica, y admitido sin reticencia por la feligresía cristiana ecuménica durante ya más de dos siglos. 

La conmemoración del prodigioso natalicio crea un ambiente social que difiere ostensiblemente de la rutinaria actividad del colectivo ciudadano. Espontáneamente surge una perceptible distensión de las afugias diarias. Se concentran las mentes más en la programación para el trasegar navideño. Las viviendas y algunos espacios exteriores privados y públicos son adornados con motivos que trasuntan la alegría de la navidad. Porque la navidad tiene la maravillosa virtud de insuflar en el cristiano el gozo que emana de recordar la natividad del Dios-humanado. Las peculiares brisas de diciembre animan el ambiente; las luces de los pesebres y de los árboles alrededor de los cuales se congregan las familias a rezar las novenas, a cantar villancicos y a tocar panderetas, a la vez que refrescan la fe y cohesionan el núcleo hogareño, les dan brillo a los recintos y estimulan la afloración de irradiaciones espirituales. Propicio espacio temporal para reencontrarse con el universo extraordinario de los principios y los valores. Para levantar los ojos al Cielo, como dijo en soneto sublime el iluminado bardo, -ojos muy puestos hoy en lo trivial, frívolo, materialista y mundano- y dirigirlos al elevado mundo de la virtud y del bien, inexpugnable atalaya desde donde el ser humano puede disponerse a cumplir el fin trascendente para el que fue creado. Para traer a la mente la evidencia patente de que el hombre, -vocablo que denota especie y no alude a género-, a diferencia de otros animales, debe guiarse por la razón y no por meros impulsos instintivos.    

Es sabido que en las celebraciones decembrinas participan adultos y menores, pero se hace notorio que la navidad es, ante todo, por costumbre, festejo que involucra principalmente a la niñez. Son los candorosos relevos generacionales los que más gozan de esas festividades; y los que ansiosos viven la ilusión de los regalos del “Niño Dios”. Al obsequio que por tradición reciben, que tanto los alegra -y que ojalá llegue a todos los infantes del Universo- agreguémosle el magnífico regalo del buen ejemplo y de la prédica formativa. Entre los cánticos de las novenas, intercalemos la lectura del “Decálogo”.  Preparemos a las inocentes criaturas para enfrentar bien estructuradas moral, intelectual y físicamente el complejo mundo en el que tendrán que interactuar. Mundo actual convulsionado y difícil, que para ellos no sería tan complejo si entre todos llegaran a formar una sociedad nueva en la que serían los nóveles protagonistas buenos y virtuosos.  Exploremos la construcción de esa quimera: Una sociedad sana, donde la violencia sea proscrita y el vicio desterrado; el derecho rescate la institucionalidad y el orden justo para vivir en paz y fraternidad. Propongámonos en esta navidad hacer una recuperación de las buenas costumbres, erradicar la criminalidad que siega vida de niños, niñas, hombres y mujeres inocentes. Tengamos presente que existe un código Superior dictado por Dios, ley universal que debemos cumplir antes que los preceptos impuestos por legisladores terrenales exiguos, falibles y mortales. Fincada en esta filosofía, Antígona, eximia ideación del egregio Sófocles, nos legó imperecedera enseñanza: prefirió morir, pero le dio sepultura a su hermano Polinice contrariando al tirano Creonte, que había ordenado dejarlo insepulto para banquete de gallinazos. Feliz Navidad. Venturoso 2023.



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