Navidad siempre ha sido una fecha muy especial para todos los cristianos del mundo desde la cuna, y en la medida que vamos creciendo, la magia de los primeros años adquiere una dimensión más profunda y definitivamente diferente.
En diciembres pasados he escrito sobre mis nostalgias, que no son más que evocaciones de infancia cuando el mundo era mágico, pero esta Navidad, quiero hacerlo sobre un hombre que realmente experimentó el nacimiento verdadero de Jesús en su corazón; una de esas historias que vale la pena contar e imitar.
El padre Peter Walters, como se llama el protagonista de esta historia, llegó al pueblo donde vivo, como muchos otros sacerdotes católicos del mundo, a pedir ayuda para la obra que tiene en Medellín y que se llama Fundación Viva Los Niños. Durante la homilía contó la historia de su conversión, que demuestra que Jesús nace cada día de formas inesperadas.
Siendo joven y protestante, el padre Walters, quien es británico, fue a pasar vacaciones a Cartagena. No pudo regresar el día que tenía planeado y le tocó quedarse en Cartagena unos días más. La tardanza y la falta de fondos lo colocaron en la posición de tener que elegir entre comer o pagar por un sitio donde dormir, y comer de vez en cuando. Lo que se oía de Colombia era aterrador, así que optó por pagar un hotel y preservar su integridad física.
Paseando el hambre por las murallas se topó con unos niños de la calle que le pidieron dinero, creyendo que el “gringo” probablemente tenía mucho dinero, pero para sorpresa de ellos, el “gringo” estaba más pelao que una pepa de guama, peor aún, estaba pasando hambre.
Para desconcierto del padre Walters, los niños lo adoptaron y de la limosna que recogían le daban de comer. Increíble que en medio de tanta pobreza y desesperanza esos niños tuvieran un corazón tan generoso. El amor seguía vivo.
Cuenta el padre, que indignado por la situación de los niños, se fue a hablar con el Obispo a reclamarle porqué nadie, especialmente la iglesia, hacía algo por ayudarlos. El Obispo le respondió que porqué más bien no hacía él algo por esos niños. La respuesta del Obispo movió algo dentro de él, pero para no alargar el cuento, se convirtió al catolicismo y años más tarde fue ordenado en Medellín, y fue allá donde creó la fundación que ayuda a los niños de la calle.
Divertido es encontrarse a un sacerdote en Estados Unidos con mochila al hombro, con los colores y el nombre de Colombia, y que cuando habla con los colombianos, habla con acento paisa-británico, y que usa términos como parcero; un extranjero que se siente colombiano y que está haciendo por el país mucho más que los propios.
Lo cautivó la magia del Caribe, y vio en el corazón de esos niños de nadie un amor grande hacia los demás, una capacidad inmensa de amar a pesar de las circunstancias y a pesar del rechazo y el abandono de la sociedad. La experiencia vivida transformó su vida para siempre. Navidad puede ser cualquier día, a cualquier hora y en cualquier lugar. Navidad es cuando el amor verdadero toca un corazón y lo transforma. Ojalá haya abundancia de Navidades verdaderas como las del padre Walters que tanta falta nos hacen. No importa si el impulso inicial es egoísta; es en el andar y en el descubrir una nueva dimensión del Amor que logramos ser verdaderamente felices. ¡Feliz Navidad!
Colofón: La revista Gorbes sacó la lista de los hombres más poderosos del mundo. La encabeza Putin, seguido por Trump, Merkel, el presidente chino y el papa Francisco. Los cuatro primero tienen a su disposición ejércitos, arsenal nuclear y poderío económico. Tienen la capacidad de poner y quitar gobiernos y cambiar las vidas de millones de personas con una orden. El reino de ellos es de este mundo. En cambio el quinto no tiene nada distinto al liderazgo espiritual producto de ser el predicador más auténtico del amor; su reino no es de este mundo. Curiosamente, en el análisis final de las necedades del mundo, es decir, costos versus beneficios, el Papa sería el hombre más poderoso del mundo.