Sin visos de paz tras un año de guerra

Editorial
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Devastado tras un año de guerra, la paz parece cada vez más inalcanzable en Sudán ante la intensidad de los combates, la división territorial en dos frentes y la determinación de las partes beligerantes en no dar tregua a un país que se ha convertido, según la ONU, en la peor, más compleja y cruel crisis del mundo.

El Ejército sudanés y el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido, Far, libran una cruenta guerra desde el 15 de abril de 2023 cuyo ritmo no ha aminorado ante las promesas de una victoria decisiva por parte de ambos bandos enfrentados por el control de Sudán, que ha quedado dividido en dos frentes completamente enquistados.

Esta guerra no va a terminar mediante un acuerdo negociado, se recuerda que tanto el Ejército como las Far tienen suficientes capacidades para prolongar aún más este conflicto, responsable de la muerte de casi 14.000 civiles y del desplazamiento de más de 8,5 millones de personas.

Con el estallido de la guerra, el país ha quedado fracturado en dos amplias zonas: el norte, centro y este de Sudán, controlado por el Ejército; y el oeste, el principal bastión de las Far, que cuentan con un amplio apoyo de tribus de esa región y de otros actores como Emiratos Árabes Unidos, EAU, que ha sido acusado por varios organismos de mandar suministros a los paramilitares a través de la frontera con Chad.

De hecho, el jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Josep Borrell y el comisario europeo de Gestión de Crisis, Janez Lenarčič, advirtieron recientemente que los patrocinadores externos, que aportan dinero en efectivo y armas, alimentan los combates.

Denunciaron que Irán está entregando armas, incluidos drones al Ejército y que EAU también tiene influencia directa sobre las Far, mientras que alertaron de que Rusia juega en ambos bandos con la esperanza de obtener acceso a infraestructuras y recursos estratégicos con sus mercenarios.

Sin embargo, el frente más importante se encuentra en la triple capital sudanesa -compuesta por Jartum, Um Durman y Jartum Norte- donde las partes han protagonizado intensos choques desde el inicio del conflicto para hacerse con esta área de máximo valor estratégico, pero también simbólico.

El Ejército, que cuenta con la ventaja de su Fuerza Aérea, ha logrado en las últimas semanas retomar el control de gran parte de Um Durman, minando las capacidades de las FAR para progresar en la capital, donde los paramilitares están librando una guerra de guerrillas recluyéndose en edificios residenciales para refugiarse de los bombardeos.

En el próximo año habrá un claro camino en el que el Ejército alcanzará la victoria en esta región de Sudán, pero eso no significa que el conflicto termine, porque las milicias, las FAR, tiene un apoyo significativo entre su base étnica nómada, que se encuentra en el oeste de Sudán. El  Ejército tiene posibilidades de expulsar a los paramilitares de Jartum y del estado de Al Yazira, al sur de la capital, pero retomar el control de Darfur, oeste y de Kordofán, centro-sur, sería una gran odisea. Así que es completamente posible que haya una división del país.

El Ejército y su líder, Abdelfatah al Burhan, creen que actualmente están en una racha ganadora, por lo que no hay razón para que hagan concesiones, mientras que las Far no pretenden retirarse de la capital bajo ninguna circunstancia. Desde el estallido del conflicto, las iniciativas de paz para Sudán han proliferado de manera desmedida, con países árabes y africanos compitiendo para ganar visibilidad como mediadores; pero estos esfuerzos han fracasado estrepitosamente ante la falta de coordinación entre las distintas plataformas y la disparidad de intereses entre los diferentes actores.

Las últimas conversaciones de calado entre ambas facciones militares tuvieron lugar en enero en Baréin, donde tampoco se consiguió alcanzar un acuerdo por amplias diferencias en dos aspectos clave: que las Far abandonaran las áreas residenciales y que el Ejército apartara a los antiguos líderes del régimen islamista del exdictador Omar al Bashir, aún incrustados en las filas de la institución castrense.

Tanto Kurtz como Elbalal coinciden en que Al Burhan sería depuesto por otros generales si accediera a firmar cualquier acuerdo de tregua con el líder de las Far, Mohamed Hamdan Dagalo -alias Hemedti-, cuyas demandas son inconcebibles para el Ejército y para la estabilidad e integridad territorial de Sudán. Cualquier acuerdo de paz que acepten las Far dependerá de la idea de que se permita a la milicia permanecer en la capital.



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