Un caso de odios y venganza

Editorial
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Después del llamamiento a juicio al ex presidente Álvaro Uribe Vélez, por parte de la Fiscalía General de la Nación, queda claro que la mano oscura, retorcida, rencorosa y  vengativa  del gobierno actual, se metió a fondo y empleó todo su poder para lograr su cometido.

Las situaciones como estas, Uribe Vélez, las enfrenta con la verdad y  sin tapujos, por que no tiene nada que esconder; él no se ha arrugado ni escondido y va a defender con todas las herramientas legales, su verdad sobre un proceso en donde a leguas se ve, la influencia del gobierno que castiga al ex presidente, por hacer parte de la oposición.


Y es así, que tiene toda la razón el expresidente Uribe  cuando afirma que el juicio al que será llamado por los delitos de soborno a testigos en actuación penal y fraude procesal tiene motivaciones políticas y carece de pruebas en su contra. Este juicio lo adelantan por presunciones políticas, por animadversiones personales, por venganza políticas, sin pruebas que permitan inferir que el expresidente buscaba sobornar testigos o engañar a la justicia.

La Fiscalía acusa a Uribe como presunto determinador de los delitos de soborno a testigos en actuación penal y fraude procesal, en un caso que comenzó en 2012 con una querella contra el senador de izquierda, Iván Cepeda y que, como un bumerán, se le devolvió en su contra.

Uribe siempre ha negado que conozca o haya tenido contactos con los delincuentes citados en el proceso, algunos de ellos presos, a los que el abogado Diego Cadena, supuestamente contactó para que declararan en contra de Cepeda.

A través de los años que ha llevado este proceso, Uribe Vélez siempre ha pedido la verdad, nunca ha pedido mentir ni callar y jamás ha involucrado a personas a delinquir, menos a personas de la edad de sus hijos.

La demanda de Uribe contra Cepeda, senador que hoy hace parte de la coalición oficialista Pacto Histórico, pretendía demostrar una supuesta manipulación de testigos en una denuncia que éste preparaba hace 14 años en el Congreso contra el expresidente por supuestos vínculos con el paramilitarismo. Sin embargo, la Corte Suprema de Justicia decidió no abrir investigación contra Cepeda y, en cambio, le inició un proceso a Uribe por manipulación de testigos por supuestos pagos y ofrecimientos a dos presos para que testificaran en contra del senador de izquierdas.

Por esa razón, Uribe cuestionó la actuación de la Corte Suprema, en particular de los magistrados José Luis Barceló, Luis Hernández y César Reyes, de algunos de los cuales dijo que tienen algún tipo de vínculo personal o laboral con sus enemigos políticos, ya que hay una diferencia de tratamiento en su caso; a las acusaciones les permiten de todo y  al expresidente, lo acusan sin pruebas por soborno de testigos y engaño a la justicia.

Uribe renunció en agosto de 2020 al Senado para dejar de estar aforado y que su caso pasara a la justicia ordinaria y entonces la Fiscalía, liderada en la época por Francisco Barbosa, decidió que no había pruebas para perseguirlo judicialmente. Como dato curioso hay que aportar que la acusación contra Uribe para llevarlo a juicio, se produce dos semanas después de que la nueva Fiscal General, Luz Adriana Camargo, asumiera el cargo, lo que permitió destrabar el proceso, algo en lo cual Uribe también ve señales de animadversión en su contra, ya que la nueva fiscal general de la nación ha trabajado muy cercana al ministro de Defensa, Iván Velásquez;  fue su segunda en la misión de la ONU en Guatemala, que el mismo ex presidente  criticó, porque para nadie es un secreto la animadversión del  ministro contra la familia de Uribe Vélez y con él mismo.

Para Colombia, en este caso ha quedado claro el origen político del proceso, que incluso lo vinculó con las negociaciones de paz con los grupos armados ilegales, de los que ha sido un severo opositor.

El expresidente acusó además a magistrados del caso de privarle del derecho a defender su honra; más por que  todas las nuevas pruebas practicadas después de que la anterior Fiscalía pidiera en dos ocasiones el cierre de su caso, lo favorecen y sin embargo las desestimaron.

A Álvaro Uribe Vélez, el mejor presidente de la historia, el gobierno en su persecución le está abriendo  las puertas de la cárcel sin pruebas, con las pruebas al contrario, por suposiciones, ánimos políticos y la necesidad de igualar a quien no ha delinquido con quien lo ha hecho.



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