Se quedaron solo en advertencias

Editorial
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Es hora que las disidencias de las Farc dejen de ´mamar gallo´ con el cuento de la negociación de la paz, cuando, primero, han debido ser más serios y acogerse a lo firmado en el gobierno del ex presidente Juan Manuel Santos; y, segundo,   si de verdad van a entrar al proceso llamado la paz total, deben mostrar verdaderos actos de colaboración y de aceptación del mismo.

Lo más lamentable del ´baile de indios´ que están haciendo las disidencias de este grupo armado, es el que el gobierno nacional le sigue el juego y no tiene control sobre la mesa de negociaciones que se llevan a cabo en Caracas.

Ya era cuento sabido que el Ejército de Liberación Nacional, Eln, dejaba con brocha en mano la tan cacareada paz total, y así sucedió.  El país entero supo las verdaderas intenciones de estos subversivos, que, según el gobierno nacional, estaban dócilmente sentados en la mesa de negociación. Sucedió lo contrario y se conoció, por parte de los guerrilleros, que no estaban en la mesa de negociación y que ellos exigían un trato diferencial. 

Mientras se sigue la trayectoria del desencuentro entre el Eln y el gobierno nacional, ahora salió a la palestra el problema con las disidencias de las Farc. Al respecto, el ministro de Defensa, Iván Velásquez, advirtió a los alzados en armas de las extintas Farc que "o todas sus estructuras acatan el cese bilateral acordado o el Gobierno no podrá continuar sosteniendo ese cese" después de las recientes acciones de una de las estructuras disidentes. ¿Será que el grupo guerrillero le tiene miedo a las amenazas del ministro desacreditado y sin ninguna autoridad entre las Fuerzas Militares? Un ministro que ha minado la fuerza pública militar, que es cuestionado por caso de corrupción a nivel nacional, no tiene la autoridad moral ni militar  para exigirle a  las Farc, que se sienten a dialogar en la mesa de negociación, bajo amenazas.

El pasado 31 de diciembre el presidente Petro anunció un cese el fuego bilateral con cuatro grupos armados que operan en el país; entre ellos, el Estado Mayor Central de las disidencias y con la Segunda Marquetalia, también disidente de las extintas Farc.

Para hacerse notar y que los colombianos piensen que tienen un ministro enérgico y brioso, Velásquez lideró un Consejo de Seguridad en Cali para evaluar la situación de seguridad del departamento del Valle del Cauca donde se abordaron las acciones de la estructura ´Jaime Martínez´ de las disidencias, cuyas acciones son un reiterado incumplimiento del cese a pesar de que forman parte del Estado Mayor Central.

Las disidencias de las Farc, o Segunda Marquetalia, siguen generando hechos de violencia contra la población y siguen desarrollando actividades de extorsión, que deben ser respondidas con contundencia por la Fuerza Militar, y no por un débil llamado del ministro de Defensa, a la cordura o a la amenaza. Sin embargo, el ministro alertó al Estado Mayor Central de las disidencias: "o todas sus estructuras acatan el cese bilateral acordado o el Gobierno no podrá continuar sosteniendo ese cese". Aquí se quedó corto y ha debido ser más contundente para dar la impresión de seguridad y decisión de combatir a los grupos que infringen las leyes  y asesinan a los colombianos.

Con el pretexto de ser solo una parte del Estado Mayor Central no se puede tolerar que continúen realizando las actividades, como ya ha quedado evidenciado y ya están siendo notificados, apenas, de que no se va a aceptar que sigan delinquiendo. El gobierno nacional aduce que ha recalcado que un cese bilateral del fuego no es un cese en la actividad de las Fuerzas Armadas, no es una suspensión en las acciones que en cumplimiento de la constitución y la ley tienen que desarrollar fuerzas militares y Policía Nacional en la represión del delito, y por ello no deben aprovecharse de la situación y seguir delinquiendo.

El Consejo de Seguridad celebrado en Cali fue motivado por los recientes sucesos en el municipio de Jamundí, entre ellos, la detonación de un artefacto explosivo en las inmediaciones de un centro comercial, que llevaron a las autoridades locales a reclamar la presencia del Gobierno para tomar acciones y estas fueron unas amenazas veladas y unas advertencias, nada más.


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