Fenómeno de la inmigración en Europa

Editorial
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Uno de los problemas de singular e indiscutible gravedad que está afrontando el Viejo Continente, tiene que ver con el ingreso de extranjeros a sus territorios. No ha habido control estricto, menos aún selección; han abierto las puertas de par en par y las consecuencias han sido funestas.

Hace contraste esta amplia apertura con aquella que con motivo de la Segunda Guerra Mundial dio lugar a que se establecieran en Argentina, Chile, Venezuela y Uruguay, gran cantidad de europeos.

En estos países produjeron con su llegada un verdadero impulso, un desarrollo en todos los frentes; las tecnologías avanzadas de la época se incrustaron y organizaron con miras a dar un paso importante en el desenvolvimiento industrial, económico y social de las sociedades argentinas, chilenas y venezolanas. Desgraciadamente con los regímenes del socialismo del Siglo XXI que últimamente han llegado a estas naciones, el resultado es que muchos de los inmigrantes, sus hijos y sus familias, se han visto forzados a regresar a sus lugares de origen o a partir hacia los Estados Unidos, Canadá o a aquellos lugares donde les ofrecen seguridad física, jurídica y económica.

Es así que en Alemania la ex Primera Ministra, Angela Merkel, apoyó sin medida todo lo concerniente con el recibimiento de más de 800.000 inmigrantes durante el tiempo en que estuvo con la responsabilidad del gobierno; le criticaron con justa razón esa excesiva flexibilidad.

El tiempo se encargó de mostrarle a ella que los mismos germanos tenían mucha lógica en sus apreciaciones, dado que hoy por hoy, todos los problemas serios de inseguridad se derivan del buen número de islámicos que se encuentran residiendo en su territorio; se han presentado a menudo incluso violaciones públicas de mujeres y jóvenes adolescentes en manos de estos ya muchos de ellos ciudadanos germanos.

Les han brindado la educación gratuita; les han dado bienestar; han gozado de la seguridad social y, lejos de estar reconocidos, por el contrario, odian a los alemanes y se sienten orgullosos y se ufanan de ser de ancestro musulmán; esa situación negativa se observa en igual forma en Francia, los países escandinavos, los Países Bajos y la misma Gran Bretaña.

Ahí falló la prestigiosa ex canciller alemana, pero con el tiempo perdió mucho de su prestigio por estas decisiones como también por la entrega a Putin como quiera que el hombre de la KGB abusando de la buena fe de ella, logró pactos cuyos intereses favorecieron a Rusia en detrimento de la Unión Europea. Concretamente con el gas, Putin ha hecho lo que a bien ha querido y en buena parte se debe a la actitud benevolente y complaciente de Angela Merkel.

La circunstancia de exigencia en Francia, por parte de esta población de islam, es de tal extremo que en Marsella le impusieron al alcalde un decreto mediante el cual sus horarios de entrada a sus oficinas, trabajos y actividades laborales serían a partir de determinada fecha a las 9 a.m. habida cuenta de que de 7 a 8 ellos tenían sus rezos.

El burgomaestre de Marsella procedió prácticamente presionado a cumplir con su solicitud; muchos habitantes franceses comentaron que con ello se estaba demostrando la injerencia directa de esta población islámica en el manejo administrativo de la ciudad. 

Felizmente, España ha recibido con los brazos abiertos a los latinoamericanos y esa introducción de ellos al mercado laboral español es una garantía de seguridad en el campo del buen trabajo, de la responsabilidad manifiesta y de su espíritu de colaboración.  Por esa situación especial, España en este momento con un porcentaje mínimo de islámicos es el país más seguro de Europa; primordialmente Madrid sin duda es la capital en que los turistas y los visitantes se sienten más seguros.

La Madre Patria alberga con hospitalidad a quienes vienen de América para bien de ellos y también de los mismos españoles; es un beneficio común en aras de mejorar, ser más felices y estar más tranquilos.

Igualmente, los europeos que van a América se han enamorado de esas tierras, se radican en ellas con gusto y establecen sus negocios. Desde luego ahora por el hecho de que hay una mayoría de Estados comunistas todo ha cambiado para ellos y para los mismos habitantes de cada nación.

De todas maneras, preferencialmente en Colombia, los españoles son siempre bienvenidos y acogidos. La gentileza proverbial nuestra les encanta. Se sienten como en su casa y por ende se acomodan con gran facilidad; son las mismas costumbres y el mismo idioma y tan solo emigrarían por cuestiones políticas de fuerza mayor.



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