El ex alcalde de Santa Marta y ex tesorero Departamental, falleció a sus 99 años de edad, dejando un legado de amor familiar, como hombre correcto, amable y cariñoso que ejerció vida pública y privada, en forma ejemplar.
Alfonso González Riascos nació en Santa Marta el 1 de mayo de 1924, del matrimonio conformado por José Manuel González Cotes y Rosa Riascos, cursando sus estudios de primaria en su ciudad natal y los de secundaria en la capital del Atlántico, en el colegio Biffi.
En el ámbito laboral comenzó a ganar experiencia como funcionario del Banco de la República. Posteriormente ingresó en el Consorcio Bananero del Magdalena, donde fue escalando posiciones hasta ocupar importantes cargos directivos, ahí trabajó durante 18 años. También fungió como gerente de la Capitalizadora del Caribe, una empresa de capitalización financiera cuyo modelo de negocios fue pionero en el departamento y el país.
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El 21 de diciembre de 1952 contrajo matrimonio con Silvia Mercedes Vives Campo, con quien conformó una familia sólida y llena de amor, junto con sus hijos Alfonso José, Ana Rosa y Miryam Rosa.

Trayectoria pública sin tacha alguna
El 11 de septiembre de 1970 fue posesionado como Alcalde del entonces municipio de Santa Marta, tras ser nombrado por el gobernador de la época, José Lacouture Dangond.
La administración de González Riascos tuvo tres líneas de acción: sanear las finanzas del municipio, que se encontraba sumido en una situación de desequilibrio fiscal; organizar y controlar a los vendedores informales, para recuperar el espacio público y evitar la especulación en los precios de los productos; y la pavimentación de vías, que se encontraban en pésimo estado debido a las fuertes lluvias que se habían registrado meses antes.

“Mi mayor preocupación será, en primer término, reorganizar la administración para poner en práctica el estudio urbanístico de la ciudad, realizado por la Universidad de Los Andes, el cual comprende el organigrama municipal, la creación de Empresas Públicas Municipales y la remodelación de la parte colonial de Santa Marta”, dijo González Riascos en una entrevista en el marco de su toma de posesión.
Asumió un municipio con serios problemas fiscales, debido al elevado endeudamiento y la poca recaudación tributaria, por lo que se dedicó a reorganizar las rentas, reajustar los impuestos y fomentar entre los ciudadanos el sentido de la tributación.

Ordenó levantar un censo en El Rodadero para establecer la cantidad de negocios que existían en dicho sector, para velar que todos pagaran sus respectivos impuestos de Industria y Comercio.
Una labor que arrojó buenos frutos
Un mes después de posesionarse, el 20 de octubre de 1970, puso en marcha una campaña para mejorar los servicios públicos, regular las ventas ambulantes y controlar los bares y las cantinas que existían en la ciudad.

Reubicó a los vendedores informales que se habían apostado en los alrededores del Mercado Público y la avenida Campo Serrano (carrera quinta), logrando despejar las vías en estas importantes zonas comerciales y recuperar la movilidad.
Aplicó medidas de control de precios y ordenó mayor vigilancia para evitar la especulación que existía entonces con productos de primera necesidad.
Culminó la construcción de un Mercado Satélite que funcionó en el sur de la ciudad, para que los habitantes de esa zona no tuvieran que desplazarse hacia el centro de Santa Marta para realizar sus compras y dinamizar la economía en esa parte de la ciudad.

Durante su administración dedicó especial atención a la reparación de vías urbanas principales, pero también a la pavimentación de calles en diferentes barrios de la ciudad.
En alianza con la Gobernación del Magdalena, su administración inició una campaña de pavimentación en los barrios; fue así como se crearon vías dignas en La Esperanza, Bastidas, 20 de Julio, El Olivo, San José, María Eugenia, Martinete, Alambique, Los Almendros y la Urbanización Riascos.

Intensificó las jornadas de ornato y arborización de la ciudad, interviniendo principalmente parques y avenidas. Esto fue posible gracias al apoyo de un grupo de damas de la ciudad, entre ellas su querida esposa Silvia Mercedes. Además, contó con la colaboración de todos los ciudadanos, quienes no solo plantaron árboles, sino que se comprometieron a regarlos. Con lo anterior logró mejorar el aspecto urbanístico, optimizar los sitios de recreación y mayor frescura en la ciudad. Estableció una alianza con la Beneficencia del Magdalena para iniciar la construcción de puestos de salud en diferentes barrios, empezando por el de San Fernando.

En materia de alumbrado público, con el apoyo del Ministerio de Obras Públicas, emprendió la iluminación de la ciudad, especialmente de las avenidas y el Camellón de la Bahía, para lo cual se dispusieron 800 mil pesos de la época.
Además, interesado en promover el turismo en la zona colonial de Santa Marta, durante su gestión se instalaron 44 reflectores para iluminar la fachada de la Catedral Basílica de Santa Marta, una de las joyas turísticas, religiosas y arquitectónicas de la ciudad.

Durante su mandato iniciaron las reparaciones a los parques de Bolívar, Santander y la plaza de la Catedral, para mejorar la ‘cara’ del Centro Histórico de la capital del Magdalena.
La renovación del parque de Bolívar incluyó la restauración y puesta en funcionamiento de la Fuente de las Cuatro Caras.
Posicionó a la ciudad como destino turístico
También apostándole al turismo, promovió la creación de nuevas rutas aéreas, lo que permitió la llegada de la aerolínea Urraca, que conectaba a Santa Marta con Villavicencio.
En materia de aseo urbano, implementó un plan que permitió ampliar la cobertura del servicio a toda la ciudad, para lo cual recuperó unidades de recolección que estaban fuera de servicio.
Además, inauguró la Casa de la Cultura, en una propiedad ubicada en la avenida Santa Rita (calle 22) entre Hernández Pardo (carrera cuarta) y Campo Serrano (carrera quinta).
Culminó su gestión al frente de Santa Marta el 13 de junio de 1972.
Tras los excelentes resultados que tuvo en materia de saneamiento de las finanzas del municipio, fue nombrado tesorero del departamento el 9 de julio de 1972, cargo que desempeñó por más de 10 años.
Fue un hombre dinámico, emprendedor de grandes iniciativas, quien hizo una excelente labor al frente de la alcaldía de Santa Marta, precisamente por su clara inteligencia y sensatez en la solución de los problemas.

Fue un liberal de hondas convicciones siempre presto a servir a la comunidad.
La familia, su prioridad
“Pompo” González fue una excelente persona y un gran familiar que deja huella en la vida de sus hijos, descendientes y en cada uno de sus familiares, que tuvieron la suerte de conocer de cerca de un hambre de excelsas cualidades.
De su vida familiar, su matrimonio con el amor de su vida, Silvia Mercedes la “Cacha” Vives Campo de González, fue un ejemplo de pareja, de unión y de consagración de vida matrimonial, que se vio alegrada con sus hijos Alfonso Jose, Ana Rosa y Miryam Rosa, quienes les dieron la felicidad de conocer el amor infinito de los nietos y de los ocho bisnietos.
Ellos ahora saben que en vida su padre “Pompo” le entregó el amor eterno; les enseñó a amar y respetar a los demás y les dio ejemplo de vida con la suya propia; modelo con el que también se vieron favorecidos sus sobrinos, quienes siempre lo recordarán como uno de los mejores tíos, por su sonrisa fraterna y acogedora, imagen que perdurará en la mente de todos sus seres queridos.